JUAN Y LA GUERRA

5 0 1
                                    



Juan paseaba por el lugar más estupendo que jamás había visto, de verdes prados, cielo azul y nubes blancas como la espuma del mar. Un aire fresco soplaba en su cara y el sol radiante se asomaba feliz por entre todo el esplendor, muchos pájaros cantaban una melodía: gracias aire, gracias brisa, gracias sol, esta melodía también la cantaba Juan en su corazón. 

De repente sintió que ese tibio sol lo abrazó y se llenó de luz. Cuatro años tenía el niño cuando se quedó dormido susurrando esta canción: Estrellita aquí estoy y juntos vamos a brillar, la noche fría ya pasó, el día tibio ha llegado, con sus flores rebosantes y mariposas de colores. Juan se creyó soñando, pues ya no escuchaba explosiones, ni minas, ni las bombas que ayer habían tronado, ni disparos de fusil; ni los gritos de dolor de hombres grandes mutilados que peleaban una guerra de la cual el no sabía . Ni el grito de su madre que desgarra el alma del más acerado. Ya el dolor no está. Su espíritu ha volado. 

 La madre encuentra a su pequeño tirado en el piso y lleva su cuerpo sin vida entre sus brazos, poniéndose a salvo del fuego cruzado. Juan acaba de morir esperando algún día, si acaso hay despertar, hacerlo en el mundo que soñó, de hermoso cielo y verdes prados, donde los grandes hombres ya se han perdonado.


JUAN Y LA GUERRAOnde histórias criam vida. Descubra agora