Las historias de Shark boy y Lava girl (?)

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Dos islas vecinas estaban regidas por tribus muy distintas, una era la tribu de los hombres tiburón y la otra de los hombres fuego, que estaban compuestas en general por personas normales. Sus nombres, sin embargo, se debían a que en cada tribu había una "deidad" entre ellos, y eso les daba sus nombres. En la tribu de los hombres tiburón se encontraba una deidad llamada Kirishima, poseía las cualidades de un tiburón pese a que lucía como un humano (respirar bajo el agua, dientes afilados, buen olfato, dos pe... espera, ¿qué?). Por su parte en la de los hombres fuego estaba su (tiránica) deidad, Bakugo. Bakugo era una deidad peligrosa, los isleños habían intentado sacrificarlo para ofrecerlo al volcán, y bueno... eso no terminó muy bien, al final no los mató y por ello ahora estaban agradecidos por su "bondad".

Como supondrá el lector, y la verdad es obvio, estas dos tribus no se llevaban bien, porque bueno, ¿Cómo diablos gente tiburón va a llevarse bien con gente que puede cocinarlos? Imposible, y menos en tiempos donde el internet no existe y por ende son gente normal que resuelve sus problemas de maneras más eficientes, como pelearse, partirse la cara y tal vez matarse. En el futuro seguro resolverán sus problemas peleándose en post de redes sociales, atacándose mutuamente con emojis. Para suerte de todos esos tiempos no llegaran, no en esta historia, no en este momento.

Lo que nadie sabía era que de hecho las deidades se llevaban bien, o al menos una no intentaba matar a la otra. Kirishima adoraba a Bakugo, no le importaba que lo pudiera volver pescado a la plancha, siempre lo seguía, le traía cosas del mar como regalo y siempre estaba observándolo desde la orilla... sí, romántico, o al menos en estos tiempos eso era romántico, hoy en día seguro que terminaba con una orden de restricción. Insisto, mejores tiempos aquellos. Pero bueno, a Bakugo le gustaba que Kirishima le regalara cosas, ¿a qué deidad no le gustan los tributos? Y como eran de otra deidad pues su ego se disparaba hasta las estrellas. Los regalos iban desde pececitos para alimentar a la deidad, hasta perlas, que costaba mucho encontrar, pero Kirishima lo hacía con gusto para así ganarse el afecto de Bakugo.

Llegó un tiempo en donde los dos empezaron a nadar juntos, o mejor dicho Bakugo se sentaba en la espalda de Kirishima y este nadaba a donde la deidad quisiera, porque en realidad Bakugo no sabía nadar porque no había necesitado hacerlo. Nadar con Kirishima era divertido, le llevaba a explorar partes de otras islas, a explorar cavernas, cuevas, y todo tipo de lugares que usualmente estarían fuera de su alcance. Con el tiempo Bakugo le tomó el mismo afecto, ¿cómo no? Era el tiburoncito más lindo de la vida, su sonrisa era tan brillante como el sol y encima... bueno, ya hemos explicado que hay cierta sorpresa oculta bajo la falda de algas con la que vestía Kirishima. (Espero que no los hayan imaginado con ropa de marca ni desnudos. Y no, Bakugo no usaba cocos para taparse sus pechos de hombre, sino que los dejaba al aire, libres, ¡libres como el viento!).

Más tarde pasó lo que suele pasar con todas las deidades (si no me creen échenle vistazo a la mitología griega), se enamoraron y comenzaron sus amoríos incompatibles, que de hecho eran bastante compatibles. Kirishima que adoraba y seguía a Bakugo a donde sea y este que gustaba de tener compañía de alguien que no le tuviera miedo, porque en serio, todos los demás isleños le tenían tanto miedo que no le dirigían la palabra.

Un día, Bakugo y Kirishima hablaban de como se comportaban sus isleños en aquella época del año. Se encontraban sentado frente a la orilla del mar en una minúscula islilla desolada que se había vuelto su lugar para convivir sin que sus isleños se enteraran.

—Las cosas se ponen un poco agresivas en mi isla —contó Kirishima—, los tiburones son agresivos cuando pelean por una hembra, lo bueno es que las hembras son abundantes, sino se darían muchos combates a muerte.

Deidades isleñas [KiriBaku] [R18]Where stories live. Discover now