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Mujer, de metro setenta, como si acabase de entrar por aquella puerta sin siquiera pensar que pasaba aquí, ella lo sabía. El sonido era tan silencioso que parecía que no hubiese nadie en aquel salón de actos, donde habían instalado un pequeño sistema extraño, único, surrealista se podría decir. Los que entraron antes de todo, por aquella puerta podían ver como su mente creaban aquello con lo que siempre soñaban, y mientras entraban, una figura permanecía en la plataforma del escenario, con un traje blanco extraño que se le pegaba al cuerpo casi, excepto por sus pantalones. En cuanto entraban se maravillaba, pero algo le extraño a aquella persona de metro sesenta y cinco, no habían entrado todos los alumnos, según ella.

-Falta un alumno, en el documento ponía que son veintinueve y han entrado veintiocho, y no hay siquiera una falta de asistencia. -

Razón tenía, si los contabas eran el mismo numero que dijo, asi que, ¿Quién faltaba? Uno por uno se podía ver sus caras, y aunque cambiasen su aspecto por aquello que soñaban ser, había una cara familiar que no era capaz de ver. Ahí fue cuando la chica que había mencionado al principio entró con una larga gabardina roja que le llegaba hasta el cuello de sus botas. Vestía ademas unos pantalones largos de color negro que parecían apretar sus piernas de infarto, que no parecían siquiera esculpidas, sino talladas en cristal con la mas pura perfección para darle ese toque esbelto a su cuerpo que combinaba perfectamente con unas caderas definidas y un delineado torso, envuelto en un suéter negro con el cuello de cisne de la belleza que aparecía por la sala. Y junto a su movimiento cuidado y medido, se balanceaban sus cabellos de oro a media altura por el hombro, acompañando a una de las mas extrañas y bellas miradas que había visto en mucho tiempo, y con su color cristalino azul resaltaba sus finos labios y su blanca tez, sacada de literatura idealizada, enmudecía a todo ser que allí permanecía.

- ¿Acaso me buscabas? - Dijo la joven con una voz que me sonaba.

- ¿Así que eras tú? No me gustan los jueguecitos, he venido a limpiar las mentes de aquellos que osan imaginar por encima de la vida, y tu precisamente encajas con el perfil. -

-Vaya, no sé por qué me lo imaginaba. - Contesto la joven protagonista.

Uno de los soldados que por cierto rodeaban la sala se movió hacia una dulce mujer de la que recuerdo un compañero tenía su corazón velando por ella, cegado por el amor y ahogado por la paciencia de no declararse. ¡Claro! Era ese chico, ¡Justo el que faltaba!

-No pasa nada- Dijo el fornido soldado – O te dejas o ella pagara las...-

El entorno se volvió algo oscuro, extraño, sin vida, sin siquiera poder sentir una pizca de emoción. Cuando me di cuenta al segundo de que intentara terminar la frase, la figura de la chica se había posado tras de él, pero ya no era la misma, sus ojos y parpados se teñían de un negro que parecía sangrar entre plumas de ángel, y llevaba un vestido desgarrado como el color de su piel, gris. Sus manos casi diabólicas que dejaban ver unos dedos que terminaban en picos de cuchillas negras. Esas manos abrieron algo que no puedo describir, y si tuviera que hacerlo, diría que parece el concepto del todo. Pero lo más semejante quizá para poder explicar algo remotamente parecido, era un portal que se trago vorazmente al hombre sin piedad alguna.

El silencio tras el grito espantoso de la sonriente mujer se hizo por la sala mientras ella seguía sonriendo con una boca sacada del infierno casi, negra pura como el carbón en el que siquiera se reflejaban sus dientes negros de película de terror animada.

- ¿¡Qué acabas de hacer con él!?- Parecía preguntar la chica trajeada -Era el mejor de los soldados entrenados para esto, y te lo has quitado de en medio sin mas temor- Continuaba con una voz con matices de nerviosismo.

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⏰ Last updated: Apr 26, 2018 ⏰

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