El joven soldado

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Era medio día cuando el capitán Miranda de León acababa de ver desde su balcón llegar al Imperium IV proveniente de Gran Bretaña llegar a las costas del puerto de San Sebastián cuando llaman a su puerta, un joven de contextura delgada pero de gran altura con un impecable uniforme de la marina real española se presenta a la entrada como Juan Hernández de las Cruces II.

- ¿Que tienes para mí? - le dice el capitán al joven

- Señor, se me informa que su encomienda que mandó a pedir a los británicos viene en esa nave

- ¿Alguna ves has defendido a este puerto?

El joven aprieta las manos y con un tono algo preocupado dice

- Mi capitán, nuestras relaciones actuales con los británicos no son bélicas si a eso se refiere y soy nuevo en la compañía Señor.

- Es cierto, son tiempos pacíficos en este puerto pero siempre es bueno dar un buen consejo a un joven soldado – El capitán lo mira fijamente a los ojos y con un tono jocoso le dice - apunta bien y que tus manos no tiemblen al disparar

- Capitán, ¿me está insinuando que los británicos quieren tomar este puerto?

- No, de ninguna manera, déjame divertirme contigo un rato más, a esta edad no son muchos los que conservan el sentido del humor con cordura

- Solo vine a darle la noticia mi capitán, ahora si me lo permite

- Espera tan solo un momento, necesito que le mandes una carta al coronel Toledo

El capitán corrió a su habitación donde buscó lápiz y algo de papel, no tenía mucho tiempo aprendiendo a escribir pero no necesitaba extenderse en su contenido. El soldado Juan Hernández no sabía leer pero en su obediencia corrió a prisa buscando al coronel que esperaba el encalle de la cuarta versión del Imperium junto con el alcalde y varios soldados de la realiza de alto grado. Hernández no demoró más de diez minutos en llegar al lugar.

- ¿El capitán no ha tomado nuestra invitación de venir aquí a presentarse Hernández? – expresó el alcalde

- Sinceramente, no he ido con ese fin Señor, pero lo importante es que el capitán Miranda me ha instaurado la sospecha de que esa nave viene con fines bélicos.

Inmediatamente el coronel voltea su vista en dirección al joven y le pregunta

- En que te basas para decir semejante afirmación

- No tengo pruebas Señor solo es una sospecha

- Deja de sospechar y ayúdalos en la plataforma de desembarque

- Si Señor – Respondió el muchacho con seguridad – pero antes, Miranda me ha dado este mensaje para usted Señor

Una vez dado el mensaje, el joven Juan Hernández se dirige a la plataforma de desembarque cuando se escucha un disparo y este inmediatamente cae al suelo. Los pobladores comienzan a gritar despavoridos pero se desconoce de donde se disparó el arma. El coronel hace ademán de proteger al alcalde pero este se desprende de él para ayudar al joven abatido. El coronel Toledo mira a su alrededor en las ventanas, cornisas y cercas algún rastro de humo que indiqué de donde salió disparado el proyectil pero recordando las palabras del soldado Hernández mira con preocupación el mensaje del capitán donde solo escribió una simple palabra: PIRATAS.

La adrenalina tomó su cuerpo, soltó el papel y corrió hacia el alcalde desenfundando su espada y exclamando con todas sus fuerzas: ¡Piratas!, ¡armen posición defensiva y contra ataquen con todo lo que tengan! Pero ya era muy tarde para todos en esa tarde, el Imperium IV, el más imponente barco británico con 18 cañones de largo alcance y 12 de corto había atracado en un puerto de gran riqueza e importancia pero no tan buena fortaleza.

En las siguientes horas todo el puerto era un caos, parecían incontable los piratas que salían de la nave a destruir y asesinar. En medió del desorden el capitán Miranda aprovechó para correr hacia el muelle evadiendo obstáculos y personas y tomar un pequeño buque carguero que se proponía a huir de la batalla. La persona encargada de dirigir la pequeña embarcación se dirigió hacia el capitán que se esforzaba por subir

- Capitán Miranda, sabes que no puedes salir de este puerto por órdenes del mismo gobernador

- Y tu sabes que aún sigo siendo tu capitán teniente Francisco, ¿verdad?

Con una burlona sonrisa leve el encargado asintió con la cabeza a lo que el capitán prosiguió

- Perfecto que me entiendas y por cierto ahora te referirás a mi como el capitán Juan Hernández de las cruces III

BarloventoWhere stories live. Discover now