La travesía

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Nos encontramos en España, en la época actual. Eugenio Armas es un chico de 26 años que vive y nació en Ciudad Real.

Cuando tenía solo cuatro años de edad, se metió en la biblioteca de su padre y encontró un libro llamado "La Odisea". Trataba sobre un hombre, Ulises, que acababa de conquistar Troya, una ciudad que era inconquistable, mediante un enorme caballo de madera, y que tuvo que estar soportando miles de peligros durante diez años en un intento de volver a casa. Desde ese día, empezó a aficionarse por profundizar en el conocimiento de dichas aventuras y ya tenía claro quién era su ídolo.

22 años más tarde, Eugenio era un joven estudiante de filología hispánica en el último año de su carrera y un experto en tiro con pistola. Tenía pareja, se llamaba Pilar López y era afcionada a la costura. Siempre le estaba cosiendo alguna prenda.

Un día al finalizar la clase, el profesor comentó sobre un viaje de fin de curso a EE.UU. En ese momento, Eugenio supo que por fin iba a cumplir su sueño, pues llevaba tiempo queriendo ir a ese país, sin embargo, pensó en lo lejos que estaría Pilar, pues ella se quedaría en España.

Cuando se reunió con su novia esa misma tarde, ella le contó que estaba tejiendo una bufanda muy colorida, además le dijo: "Eugenio, estoy tejiendo una bufanda para ti, me he enterado de tu viaje, así que he decidido que esta bufanda sea tan larga como tu ausencia."

Pasaron las semanas y por fin llegó el día de excursión. Todos los compañeros debían reunirse en el aeropuerto Adolfo Suárez para coger el avión que les llevaría al paraíso del capitalismo.

Tras horas de vuelo, por fin llegaron a EE.UU., era el país más alucinante que jamás habían visto.

Estuvieron dos semanas y al término de estas llegó el momento de volver a España, pero no tenían ni idea de lo que les estaba apunto de ocurrir.

Se revolucionó el tiempo y se anularon todos los vuelos, pero también se vieron obligados a no abandonar el aeropuerto para no perder su próxima oportunidad de vuelo. No podían ir hacia delante y tampoco volver atrás, estaban atascados completamente. Se encontraban en una posición que ya no les gustaba nada. Por suerte, no duró mucho tiempo y, tras pasar por tempestades que les obligaron a aterrizar en México, Brasil e Islas Canarias, pudo llegar a Madrid y posteriormente a Ciudad Real. En estas tres paradas que hicieron antes de llegar a la capital española ocurrieron cosas insólitas las cuales vamos a relatar ahora.

En México, tuvo la aventura del sicario Prudencio.

Paseaba Eugenio con sus compañeros por las calles de esta ciudad cuando se encontraron con un hombre que pedía ayuda. Se acercaron a socorrerle y les contó que le perseguían Prudencio y los suyos. De repente se vieron rodeados por la banda criminal. Al no poder huir se vieron obligados a obedecer, por lo que fueron llevados como rehenes a su guarida. El líder les comentó que se habían entrometido en sus planes y que no podían escapar con vida. Dicho esto, disparó a uno de sus amigos dejándolo muerto en el acto. Entonces Eugenio fue consciente de la situación: estaban atrapados en un país remoto, secuestrados por unos sicarios y condenados a muerte, además, tampoco podían huir en el hipotético caso de que liquidaran a los matones porque desconocerían la contraseña que bloqueaba la puerta de salida.

El líder de los sicarios, Prudencio, tenía una apariencia intimidante: Era un hombre alto, de complexión fuerte, con una edad en torno a treinta y muchos, y lo más destacable, llevaba un parche en el ojo izquierdo que daba a entender que carecía de este. Entonces Eugenio, muy listo, pensó que sería más fácil dejar ciego a una persona con un ojo que con dos. El problema serían sus matones, habría que idear un plan para deshacerse de ellos. Un factor clave sería que actuasen fuera de la guarida y a órdenes de Prudencio, pues son sumisos a sus mandatos igual que unas ovejas lo son a su pastor.

Los matones salieron a ejecutar a dos prisioneros en un campo abierto y de esta forma no levantar sospechas. Este era el momento, Eugenio sabía que podía salvar a algunos compañeros y a sí mismo, y consiguió una pistola en un descuido del enemigo. Como era un experto en esto, consiguió dispararle de forma que la bala no llegase a matarlo pero si hacerle perder la visión del único ojo, mediante un disparo de refilón. El líder al sentirse indefenso y notar como brotaba sangre de su ojo decidió salir en busca de ayuda en un desesperado intento por salvar su vida, momento en el cual aprovecharon nuestros amigos para huir de aquella trampa mortal.

Así terminó esta aventura en México, en cuanto al resto de compañeros poco pudieron hacer para salvar sus vidas, era como meterse con un palo en un tiroteo, cualquier intento de socorrerles hubiese sido suficiente para acompañarles.

Volvieron a embarcar en el avión, pero se produjo un vendabal y se vieron obligados a aterrizar en Brasil. La buena noticia es que en el otro extremo del país había un aeropuerto que los podía llevar a España sin problema aparente, por lo que tuvieron que coger el tren que les llevaría a tal sitio. A mitad de camino pasaron por la puerta de un prostíbulo el cual debía su fama a que las chicas eran tan guapas que nadie se resistía a quedarse quieto. Para no caer en la tentación de ser infiel a su novia, Eugenio sugirió a sus compañeros vendarse los ojos para poder pasar de largo sin caer en la tentación. Eugenio por su parte permanecería atado al asiento para poder comprobar "de forma segura" si era real la tentación, y lo fue. No obsante, el truco funcionó y pudieron salir adelante sin mayores complicaciones.

Por fin llegaron al aeropuerto, esta vez si que estaban cerca de España, por fin llegaría y no podía haber duda, Eugenio vería a su amada novia. Una vez más, los planes de Eugenio se fastidiaron cuando vio como un huracán se acercaba a ellos. En ese momento, pasaban por el archipiélago canario y les vino de perlas, pues aterrizarían allí hasta que se calmara la cosa. Encima, se encontraron a una chica forrada que acababa de heredar la mansión de sus padres y estaba dispuesta a socorrerles. Eugenio quedó maravillado ante su belleza y no dudó en aceptar. Pasaron cinco días y Eugenio y Emma, que así se llamaba, pasaron varios ratos juntos hasta que esta le dijo que le ofrecería la mitad de sus riquezas si se quedaba con ella allí para siempre. La oferta era maravillosa, pero se dio cuenta de que estaba a punto de serle infiel a Pilar, de manera que rechazó la oferta y marchó junto a sus compañeros para un aeropuerto cuyos horarios tenían muchos vuelos que les llevarían de vuelta a casa.

Por fin, tras varios aterrizajes en tierras lejanas por culpa de tormentas, llegó a Madrid, y de allí a su tierra con su querida Pilar, Ciudad Real. Y una vez allí, reafirmó que no existe nada más valioso que el hogar.

La travesíaWhere stories live. Discover now