1. Y llegas con la tormenta

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Pasajeros del vuelo 13653 de Ryanair con destino Barcelona lamentamos comunicarles que su vuelo saldrá con 30 minutos de retraso. Disculpen las molestias.

Genial pensó Agoney mientras se dejaba caer sobre la silla de plástico de la zona de espera del aeropuerto.

—Bueno, media hora no es mucho se pasará rápido, mientras podemos repasar lo que hay que hacer al llegar a Barcelona, hay mucho trabajo tenemos qu—

Agoney dejó de escuchar al hombre que estaba a su lado mientras le hablaba y giró la cabeza hacia el ventanal que mostraba los aviones en pista. Hacía un buen día en Roma y, sinceramente, no tendría que estar encerrado ahí, entre cuatro paredes de cristal, esperando un vuelo que encima se había retrasado. Lo que debería estar haciendo es caminar por las calles de la ciudad, entrar en las tiendas típicas, admirar los monumentos y tirar monedas a la Fontana di Trevi para poder un deseo. Un deseo que sabía perfectamente que no se cumpliría, porque ya se había cumplido. Entonces no pudo evitar pensar en que, a parte de todo  eso, lo que más le hubiera  gustado habría sido ver el atardecer desde las colinas y cogerle de la mano, acercarle a su cuerpo y rodearle con sus braz-
Para, ya es suficiente. Esa no es tu vida, ya no.

Y no lo era. Su vida era completamente diferente a como la había imaginado. No es que fuese peor, pero tampoco era mejor.

En realidad era una mierda, pero no sería el quien lo dijese en voz alta.

—Y tengo que ir a ver a Rodrigo que quiere que te haga una sesión de... Agoney, ¿me estás escuchando?—

Al oír su nombre apartó la vista de la pista de aterrizaje y miró a su compañero.

—Pues no la verdad, estoy cansando y seguro que ya lo tienes todo planificado, no necesitas mi aprobación así que qué más da esto— dijo encogiéndose de hombros y mirando al frente.

El hombre que estaba a su lado suspiró. Se llamaba Elías y era el responsable de que estuviese donde estaba, de que recorriera el mundo dando conciertos y de que todos conociesen su nombre. Desde un principio le comenzó a aconsejar, primero en pequeñas cosas cómo arreglar su feed de Instagram, ponerse según que ropa que era realmente moderna... hasta con que gente debía juntarse y no. Y él le creyó, a pesar de todo lo que le dijeron, a pesar de todo lo que él le dijo, confío en él ¿por qué no iba a hacerlo si era su amigo y entendía de este mundo?

—Ya Agoney, pero tienes que estar centrado, vamos a comenzar en dos semanas la gira europea y no puede quedar ningún detalle sin resolver, sabes lo importante que es espero, no podemos defraudar a nadie—

—En realidad tú si puedes, el que no puede defraudar soy yo amigo— le dijo mirándole y sonriendo de lado.

Elías sonrió y movió las manos quitando importancia al comentario —si, bueno ya sabes a lo que me refiero—

La gira. Una gira en solitario, porque sí, lo había conseguido tenía una carrera musical en solitario. Y ¿Había dicho que era en solitario? Porque su carrera era en solitario.

Y además estaba soltero.

Le gustaba estar soltero durante las giras: podía hacer lo que quería en cada ciudad sin la presión de la mañana siguiente porque no vas a estar ahí.

Y así fue cómo se pasó los últimos cinco años Agoney, viviendo, follando, cantando, viendo el mundo, conociendo gente, componiendo... y solo, terriblemente solo.
Porque esa es la cosa con la soledad, te atrapa y no te suelta. Y a Agoney  muchas veces no le dejaba respirar. Se sentía solo a pesar de estar acompañado, de estar cantando delante de miles de personas... siempre le faltó esa pieza que lo completaba todo.

No pensarías | RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora