Magic Books.

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La biblioteca del centro era una enorme y vieja construcción con muchos años de antigüedad ya, libros y libros se acumulaban con el paso de sus gloriosos años, entre polvo, papel, tinta y sueños, haciendo cada vez más grande el pequeño y mágico universo que la biblioteca es, pero que desgraciadamente, no todos entienden. 

Yoo KiHyun, es uno de los empleados del recinto, por no decir, el más apasionado, se ha ganado el título de ratón de biblioteca, y orgullosamente se jacta de ello, y es que a él le encantaba acomodar los cientos de novelas, cuentos, revistas, atlas, libros, una y otra vez, por género, luego autor, luego título, hasta quedar satisfecho. Sin aburrirse o cansarse. Sacudir los estantes, acomodar las mesitas de lectura, estar detrás del mostrador y atendender los prestámos y devoluciones, hasta organizar el club de lectura, todos los jueves por la tarde con el señor Kim, los hermanos Nam, la inteligente Dodo y la enérgica Whee In, acompañados de una taza de café o té en la pequeña sala audiovisual. Todo eso hace que su vida tenga un poquito de sentido.

Ese día, KiHyun se encontraba bastante cansado, los exámenes parciales lo habían agotado hasta la médula y se le estaba empeznado a notae en las ojeras que se exhibían a través de la vitrina que eran sus lentes redonditos de montura dorada. Le tocaba cerrar solo, por lo tanto sus compañeros de trabajo se fueron marchando a eso de las seis de la tarde, en cambio él, debía quedarse hasta las ocho.

El cuerpo le pesaba, sus pasos se arrastraban, sus ojitos se achicaban cada vez más hasta que quedó profundamente dormido detrás del mostrador, con la cabeza escondida entre sus brazos. 

El reloj de pared ya marcaba las nueve y cuarto, un par de murmúllos se hacían presentes alrededor de él. Perezosamente levantó la mirada, llevaba las gafas torcidas y un hillilo de baba salía desde la comisura de sus labios hasta el borde de su suéter rojo de lana, recorriendo su cuello. Con los ojos entrecerrados divisó un par de matas de cabello que se movían detrás del mostrador y un par de ojos que se asomaban sin dejarse ver del todo. Se estaban escondiendo.

-¿Qué vamos a hacer?,- Chillaba bajito una de las dos matas. -él no debería estar aquí.

-¡Shhh!,- Le respondió la otra. -Deja de gimotear, nos va a escuchar.

-Puedo verlos y esucharlos perfectamente a ambos.- Espetó mientras tallaba sus ojos con el dorso de su manito.

Ambas matas de cabello saltarón por el susto al mismo tiempo que emitían un gritillo, ambos eran un par de chicos en su veintena y ambos chicos calleron de trasero contra el piso.

-¡Casi nos matas del susto!.- Gritó el que se veía un poco mayor mientras ambos trataban de ponerse de pie.

-No deberían estar aquí, la biblioteca ya esta cerrada.

-¡Lo sabemos!, la pregunta es, ¿tú qué haces aquí todavía?.- Soltó el otro chico.

-No es de tu incumbencia, trabajo aquí.

-¡Nosotros vivimos aquí!.

-No estoy para bromas, lárguense o llamo a la policía.

-¡No!, enserio, vivimos aquí, en los libros.- Volvió a hablar el mayor.

-Bonita metáfora, -El bibliotecario rodó los ojos. -ahora, largo, debo volver a casa.

-¡No es una metáfora!, yo soy JooHeon, ¿recuerdas?, mi libro te hizó llorar, cuándo la señora Kang... Ya sabes...- El chico se encongió de hombros.

-¡Y yo soy ChangKyun!, ¡el magnífico detective, feroz como un lobo!, mi ayudante es HyungWon, el perezoso inútil, ¿te suena?.

KiHyun los observaba con una mueca extraña de confusión, ambos nombres pertenecían a los protagonistas de dos de sus libros favoritos, el primero títulado "Hasta el último látido" y el segundo "Las aventuras de un par de idiotas". -¿Cómo sabes que lloré con ese libro?, ¿eres un acosador?, ¡eh!, tú, pervertido.

Magic BooksWhere stories live. Discover now