Los Hilos del Destino

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Una cálida tarde de verano, la cabeza de la familia Tachibana había decidido que se mudarían. Como ahora esta era numerosa pues acababan de nacer los pequeños Ran y Ren, decía que quería que sus tres pequeños tuvieran el espacio suficiente para poder correr y jugar a su antojo, que pudieran vivir felices y el con su amada esposa, pudieran pasar sus días tranquilos viendo crecer a sus tres hijos hasta envejecer juntos.

Esto entusiasmó al primogénito de la familia y es que el pequeño Makoto siempre había querido tener un gatito, pero sus padres siempre ponían de pretexto el espacio y qué no era bueno para los bebés y bueno, el como buen niño solo asentía y no insistía. Así que tal vez teniendo una casa más grande, podrían cumplirle ese pequeño capricho. Empacaron todo lo que había en su pequeño departamento y se fueron a su nuevo hogar.

Una casa que había pertenecido a unos ancianos muy amables, tenían ya mucho tiempo de solo vivir ellos dos y se les hacía ya muy difícil mantenerla, la pusieron en venta y sus hijos los llevaron a vivir con ellos. Así que era el espacio perfecto para una familia de 5 integrantes. Al llegar, los señores Tachibana se encargaron de limpiar, mientras llegaba el camión de la mudanza. Makoto corrió emocionado, le brillaban los ojitos esmeraldas al ver aquel hermoso patio trasero tan grande con muchos árboles donde podría jugar con su, posible y deseado, nuevo gato. Pero hubo uno que le llamó especialmente la atención, un árbol de cerezo que se mantenía erguido y majestuoso, se paró frente a él observándolo a detalle, había indudablemente algo que le atraía y se quedó embelesado con su belleza.

-Es lindo ¿Verdad?-oyó una suave voz detrás suyo.

-¿Eh? Sí, es muy bonito-respondió con una sonrisa el nervioso castañito.

-No te había visto antes por aquí- hacia mucho que aquel joven no se mostraba interesado en nada, hasta ahora.

-Vine a vivir aquí con mis papás y mis hermanos ¿Tú vives por aquí?- Makoto sintió confianza de inmediato con aquel extraño a pesar de que sabía que no debía entablar conversación con cualquier persona

-Pensé que serias nieto de los ancianos- el muchacho pausó un momento- así que ellos también se fueron- su semblante serio, reflejó melancolía por unos segundos.

-No lo soy, mis papás nos trajeron a vivir aquí. Este lugar es bonito- el pequeño de ojos verdes no paraba de sonreír y miraba a todos lados.

-Yo… Yo vivo aquí desde hace mucho tiempo, tanto que no puedo recordarlo ya-miraba hacia aquel cerezo que le evocaba tantas memorias- me llamo Haruka, Haruka Nanase ¿Y tú?-desvió azul mirada hacia el pequeño.

-Ahhh si… ehmm… Yo soy Makoto Tachibana, mucho gusto- el niño le volvió a sonreír a aquel desconocido y estrechó su pequeña manita con la del azabache, dio un respingo pues la mano de este era muy fría. De repente, escuchó a su madre que le llamaba insistentemente pues ya era hora de desayunar-debo irme, oye ¿Te gustaría venir a desayunar con nosotros?- propuso el ojiverde.

-No creo que eso sea posible, ya que… solo tú puedes verme- las orbes del pequeño se abrieron de par en par, su sonrisa fue borrada y sustituida por una mueca de terror y un grito ahogado quiso salir por su garganta; el ojiazul se percató de ello y antes de que el chiquillo saliera despavorido, intentó tranquilizarle- No, espera… yo no quiero hacerte daño ni pretendía asustarte, discúlpame por favor- Makoto pudo ver en los ojos del muchacho verdadera preocupación y se tranquilizó.

-Entonces ¿no eres un fantasma?- recibió una negativa como respuesta- ¿Qué eres? ¿Un hada?- la curiosidad infantil despertó en el castaño.

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⏰ Last updated: Jun 28, 2018 ⏰

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