Viaje en carretera

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Nada sale como se planea, nunca. Jamás.

Para Peter las cosas siempre se dividieron en porcentajes, para las cosas planeadas el porcentaje de que todo saliese como él deseaba no se dividía en un cincuenta-cincuenta, era mas un setenta-treinta, el setenta por ciento era lo que podía salir mal, por eso siempre se aferra con alma y vida a aquel treinta por ciento, porque por suerte, algunas veces podía extender aquel treinta a un sesenta, con mucho esfuerzo, sólo así podía decir que las cosas no terminaban echándose a perder, pero las cosas cambiaron para el adolescente cuando conoció a Tony.

Un hombre mayor, responsable e idiota, encantador, malditamente arriesgado y que por nada planeaba lo que haría, solo lo hacía en el momento en el que a él le nacía y ya. ¿Porcentajes? Tony siempre sacaba el cien por ciento.

Al mes de haberse conocido Peter y Tony comenzaron a tener una relación amorosa-secreta. Secreta, sí, pero muy amorosa. No era común que un chico de diecisiete saliese con un hombre treinta años mayor que él, a pesar de que Tony siempre había mostrado su indiferencia ante el hablar de los demás, aceptó la petición de Peter sobre mantener lo que tenían en secreto, al menos por un tiempo o hasta la mayoría de edad si era posible.

Todo iba bien, de maravilla.

Las escapadas tanto del trabajo, como de la escuela para verse se volvieron rutinarias y necesarias. Las salidas los fines de semanas no se cancelaban por nada.

Los besos se triplicaron, las caricias se sincronizaban.

El sexo era tan bueno que se había convertido en un nuevo modo de comunicación, no había que pedirlo, ni insinuarlo.

Todo era fluido, ligero. Libre, divertido. Excitante. Rápido, suave y rudo.

Eran opuestos complementarios. Se querían con ternura y se amaban con locura.

Todo estaba bien si ellos así lo querían. Juntos aprendieron a manipular las situaciones, y a manipularse ellos mismos y entre ellos. Era un juego de amor verdadero. Lo eran todo, o todo, porque para ellos nada no había, siempre conseguían algo el uno del otro de forma mutua.

—¿Y? ¿Ya estás listo, bebé? —Los labios de Tony rozaron suavemente los de Peter antes de que se apartara para mirarlo. El menor había quedado con los labios levemente abiertos, suspiró. Quería que lo besara. Y como si el mayor leyera su mente se apoderó de sus labios con determinación, sujetó el rostro del chico por las mejillas para mantenerlo en esa posición, que se había vuelto la perfecta en el momento que sus labios se rozaron. Fue un beso rápido, húmedo pero demasiado seco comparado a otros.

—En realidad no... Aún no sé qué le diré.

—¿Y si no dices nada?

—Yo siempre intento creer que no te falta un tornillo, pero claro, te faltan dos. ¿Cómo no voy a decirle nada a mi tía?

—Intenta hacer algo sin planearlo.

—Yo no actúo así, lo sabes. No puedo, si no lo planeo no sé qué hacer. No entiendo cómo lo haces tú para que todo siempre salga bien.

—Haz cinco cosas antes de volver a vernos en la tarde, irás conmigo porque no acepto un no como respuesta.

—Per-

—Pero nada, Parker... Vamos, regresa a clases, cuando termine de trabajar te llamo, ¿sí?

—Sí. —Esta vez fue el menor quien se acercó al rostro contrario para dejar un pequeño beso sobre la comisura de los labios del mayor antes de apartarse levemente de él. —Hasta la tarde.

Cinco cosas que hacer antes de una aventuraWhere stories live. Discover now