ú n i c o

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Cuando conocías a tu alma gemela las primeras palabras que está te dirigía se marcarían para siempre en tu piel tal y como un significativo tatuaje permanente. Algunos tenían la fortuna de recibir marcas bastante dulces como "eres hermoso, sonríe", mientras que otros recibían marcas del tipo "¿Que hora es?" o cosas banales que no tenían sentido alguno.

Mavis a pesar de tener 22 años jamás había experimentado algo parecido al amor. Tenía amigos y todos ellos ya habían conocido a sus almas gemelas, relataban en las tardes de ocio cada una de las experiencias al momento de adquirir el tatuaje. Incluso si Mavis estaba feliz por ellos, también sentía una pizca de celos.

No le gustaba ser la única de su grupo de amigos que probablemente viviría sola hasta el fin de sus días. Incluso había tratado de saludar a cada persona que se topaba en la calle, era extrovertida y amable con todo el mundo aunque de nada servía, su piel seguía igual de pura que el día en que había nacido.

Elsa, su mejor amiga desde que eran unas niñas la invito a una fiesta ya que sabía que ésta quería conocer gente para finalmente encontrar a la persona indicada. Iba a cada una de las ceremonias, reuniones o fiestas que se preparaban en los alrededores. Ella se empeñaba como nadie más a encontrar su alma gemela.

Era de noche y las calles estaban relativamente desiertas, afortunadamente no había demasiado transito así que Mavis se tomó la libertad de manejar más relajada. Encendió la radio y sonrió al percatarse de que estaba sonando su canción favorita del verano pasado.

Cuando su celular vibró en el bolsillo del pantalón, rápidamente hurgó para sacarlo y contestar el mensaje que le había llegado. Podría ser Elsa avisándole que la fiesta se había cancelado o que no era necesario que asistiera ya que todo estaba aburrido. Como fuese, le gustaba contestar de inmediato.

"Mavs, pasa a comprar algunas cervezas, se acabaron mis favoritas :(".

Un fuerte golpe que impactó en el vidrio delantero de su auto la obligó a frenar de lleno.

Lo sabía, había sido cosa de segundos pero lo sabía, había atropellado a alguien y rezaba para que sólo fuese un animal salvaje. Incluso si le lastimaba el ver a una dulce criatura herida no sería tan grave como impactar contra el cuerpo de una persona. Aunque para ella el atropellar a cualquier ser vivo era igual de lamentable.

Sus manos temblaban y su corazón latía como si acabase de bajar de una montaña rusa. ¿Qué se suponía que hiciera? ¿Primero debía llamar a la policía? ¿Debía huir y no volver a la escena del crimen?, no era capaz de hacer nada de eso.

Bajó del auto intentando controlar los temblores de su cuerpo, la adrenalina la hacía sentirse dopada. Observo hacia todos lados y no vio a absolutamente nadie cerca hasta que sus ojos se posaron en un cuerpo frente a su vehículo.

Corrió hacia éste y tomó el rostro del muchacho al que había atropellado. Las luces del auto iluminaron su maltratado cuerpo y recién cayó en cuenta de lo que había hecho. Había atropellado una persona, a un chico joven, a un chico bonito que posiblemente tenía toda una vida por delante. Había atropellado a un muchacho que no paraba de brotar sangre.

Mareado, el desconocido joven la miró con una expresión serena que resultaba sorprendente. Cualquiera en su posición estaría desesperado por aferrarse a la vida.

─ Siento la fatiga de la muerte. ─ Susurró el muchacho sin despegar la vista del lacrimoso rostro de Mavis.

De la mano que sostenía el rostro de aquel joven muchacho emergieron 6 palabras que se marcaron como un hermoso tatuaje en su piel. "Siento la fatiga de la muerte".

Aquella era la marca, la marca de su alma gemela.

─ Eres la persona más hermosa que he conocido. ─ Murmuró Mavis buscando torpemente su celular para llamar una ambulancia cuanto antes. Alguien debía ayudarlo.

─ Alma gemela, será lindo morir en tus brazos... ─ Tosió con dificultad mientras presionaba una fea herida en su costado. La sangre comenzaba a salir oscura, parecía que en esa herida se desvanecía su vida.

─ ¡No, no, no, no! ─ A Mavis le costaba respirar, ni siquiera podía desbloquear su celular, se sintió como una torpe muñeca de trapo ─. Vas... vas a estar bien.

─ Mi nombre es Jack. ─ Comenzó a cerrar sus ojos como si estuviese extremadamente agotado, la sensación que le invadió no fue de pesadumbre, se sentía cálido. Su sangre pasó de atemorizarle a entregarle un suave abrigo que le invitaba a dormir para siempre ─. ¿Cuál es tu nombre?

─ Yo... yo soy Mavis...

─ Bueno Mavis. ─ Suspiró y en esa pequeña acción cada una de sus fuerzas se disipó ─. Te conocí... así que estoy feliz.

Cuando Jack dio su último respiro Mavis ya estaba hecha un completo mar de lágrimas. Lo único que había obtenido de su alma gemela era un insignificante tatuaje.






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Nota: Bueno esto fue más corto que mi autoestima y supongo que triste pero debo comenzar a escribir más o las idea se me van a empezar a acumular.

Espero que les guste esto que acabo de publicar porque no se la verdad que hago con mi vida.

Y si les deprimio tirenme con mugre, moco, todo.

Tienen derecho ahre.

Mala suerte; javisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora