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TaeHyung se encontraba sentado en una manta sobre el césped del jardín, a su alrededor habían pinturas y pinceles junto a un par de jeans que había comprado justamente ayer en una linda tienda de segunda mano. Uno de ellos era azul claro, casi tirando a blanco, y el otro azul oscuro. El favorito del pelirosa era el clarito. Ya imaginaba miles de dibujos que hacer sobre aquel, pero ahora, que está listo para poner manos a la obra, las ideas se han ido completamente. Un puchero descansa en sus labios y sus cejas están levemente fruncidas, ahora estaba enojado consigo mismo por bloquearse de esa manera.
—Hola, bebé. ¿Cómo van esos dibujitos?
Nada mejor que quitar su enojo con su novio. Había olvidado que JungKook venía hoy de visita.
—Hola Kookie, me gustaría decirte que geniales, pero no puedo hacerlo porque no sé qué dibujar ésta vez —su puchero se hizo más pronunciado.
JungKook se sentó a su lado y besó fugazmente los abultaditos labios de TaeHyung. Estaba sorprendido, su noviecillo travieso siempre sabía que pintar en sus pantalones.
—No te preocupes, TaeHyungie, siempre sabes que hacer. Así que, ¿por qué no vamos a dentro y te los pruebas? Quiero verte con ellos, se ven muy lindos.
—¿En serio? —JungKook asintió— ¡Sí, sí, sí!
TaeHyung se levantó de prisa para luego tomar la mano de su novio y tironearlo hasta el interior de su casa. Realmente quería ver la reacción de JungKook. Entraron a la habitación del pelirosa y éste mismo hizo a su novio sentarse en la cama para él ir al baño a cambiarse. Quería sorprenderle.
—Cierra los ojos y ábrelos cuando yo te digas, ¿entendido?
Tras un "uhm" como respuesta, TaeHyung salió lentamente del baño, primero fijándose si su novio no hacía trampa. Se colocó frente JungKook con sus mejillitas sonrojadas y dijo las palabras mágicas:
Y JungKook hizo lo pedido, colocando su vista primero en los orbes ajenos fue descendiendo hasta llegar a la cintura de su pelirosa, porque sí, ahí daba inicio el jeans azul claro. Quedó boquiabierto con sólo eso. Pero no se detuvo. Incluso giró un poco su cabeza y cuerpo para lograr ver la retaguardia de su hermoso menor. Cabe decir que el jeans se acomodaba perfectamente al redondo y esponjoso trasero de TaeHyung, haciéndolo aún más notable y, tal vez, grande.
—¿Sabes, TaeTae? Se me ocurrió una idea para pintar tu pantalón.
Rápidamente JungKook se levantó de su sitio y alzó a TaeHyung en sus brazos acomodandole sobre su hombro, tal y como los sacos de harina de la panadería en la que trabaja. Caminó de vuelta al jardín, donde su novio se encontraba hace poco estando todas las pinturas y pinceles aún ahí, con su mano libre tomó la pequeña botella de pintura verde y la vertió en gran cantidad sobre un plato plástico que estaba ahí. Estampó su mano sobre la pintura para luego colocarla —con un poco de fuerza— en la nalguita izquierda de un TaeHyung que se quejaba y removía sobre su cuerpo.
—Nada mejor que proteger lo mío a tu manera, ¿no, cariño?
Y TaeHyung sólo pudo bufar. Aunque JungKook sabía que sólo era la parte dramática de su novio actuando, porque JungKook sabía que a su novio le había encantado lo que hizo y ahora su linda cabecita está maquinando muchas ideas para combinarlas con la marca de su mano.
Porque TaeHyung ama decorar sus prendas con pinturas acrílicas. Y a JungKook le encanta admirar el gran talento que su novio deja mostrar.
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