Leyendo tu piel

199 9 3
                                    

Discloamer: ninguno de los personajes aquí presente me pertenecen, sino a sus respectivos autores (Akiyoshi Hongo, Toei, Bandai, etc., etc.) 

 Apartado, en una mesa pequeña, oculta entre muchas estanterías, Ken estaba atiborrado de libros de biología que lo aburrían, aunque intentaba concentrarse tanto cómo podía: los exámenes finales para pasar a la universidad eran complicados. Aunque se preguntaba por qué le hacían saber ciertas cosas para su futura carrera dentro de la policía. Luego recordó que un buen detective debe defenderse en cualquier circunstancia y el conocimiento lo ayudaría a sobreponerse a muchas cosas.

Pero en ése momento, ya su cerebro no podía más. Suspiró y se relajó en la silla: el verano estaba terminando y las primeras brisas frescas se hacían sentir. Un alivio, porque no era muy fanático de los climas calurosos.

Al estirar sus brazos, sintió unas manos masajeando sus hombros. El asombro lo asustó y giró a ver la risueña cara de su novia Miyako, un año mayor que él y que estaba muy feliz estudiando ingeniería informática en la universidad. Le sorprendió verla, pero eso no impidió que intercambiaran una dulce mirada de amor.

Se habían puesto, oficialmente, en pareja el verano del año anterior, cuando ella se gradó del colegio. Específicamente en un campamento. Una de esas locas ideas que a Daisuke se le ocurrían de un día para el otro: llamó a todos, dijo que tenía ganas de pasar un fin de semana entre la naturaleza y todo estuvo listo a la semana siguiente.

Y la primera noche, entre las estrellas, la luna y abrazados bajo las ramas de un frondoso árbol, él le confesó cuánto la quería. Ella, loca de contenta, lo llenó de besos y lo tiró al piso sin darse cuenta. Se rieron y comenzaron sus locas aventuras amorosas.

Había días donde el sol brillaba, radiante; había otros, los menores, en los cuales se desataba una pequeña tormenta entre ellos. Pero no se rindieron.

"Un tropezón no es caída. Yo te quiero y no importa qué pase, seguiremos juntos".

Las caídas los hacían sentirse más fuertes. Aprendían cosas nuevas y crecían juntos. No era fácil, pero sí emocionante. Ella era un torbellino de emociones locas; él, una playa serena donde encontrar paz.

Y el torbellino loco vino para formar parte de la arena tranquila, sin que éste sospechase que todo iba a dar vueltas y formar parte de un agitado mar. Un torbellino de emociones que sacaba de contexto a la playa y la daba vuelta patas arriba.

Dulce, como un hada del bosque, hizo que los movimientos circulares de sus manos relajaran la espalda de Ken quien, sonriendo relajadamente, le dio las gracias.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó él, bajito, a ella. Miyako soltó unas risitas.

—Estoy ayudando a Hikari con unas fotos —contestó—. Vine a ver unos libros de paisajes a ver si la ayudan a inspirarse. Tiene que presentar unas cosas dentro de dos meses y no se le cae una idea —Ken no recordaba haber visto la sección de fotografía o paisajes, así que no la pudo ayudar—. No te preocupes, preguntaré en recepción dónde está. Por cierto, ¿qué lees? —él le mostró unos aburridos dioramas de plantas y animales que tenía que saber para su examen. Ella frunció el ceño: biología era una de las materias que no se le daban bien, junto con otras.

Ken la invitó a sentarse a su lado, mientras seguían conversando en voz baja, aunque estaban tan alejados y escondidos de todos que nadie pasó a pedirles que se callaran. Pero ella negó con suavidad con la cabeza y le dio un beso en la frente, suave.

—Te quiero —le susurró. Él, un poco sonrojado, sonrió. Cuando levantó la mirada ella le robó un beso sin que él se lo esperara. Y no fue uno cualquiera, era uno de esos, intensos, que sabía sacar de lugar la apacible playa que era Ken Ichijouji a diario. Tranquilo como un bosque, ella me metía en él, veloz como una ninfa, llenando con su magia todo alrededor.

Leyendo tu pielWhere stories live. Discover now