El patinete

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Las calles de Madrid nunca están solitarias. Siempre hay alguien paseando, comprando, practicando algún deporte, hasta en las horas que comprenden la madrugada no es difícil cruzarte con alguien.

Y esto bien lo sabe Agoney. El canario disfruta de cada rincón de la ciudad, le encanta sentirse rodeado de gente y más ahora que ha encontrado una nueva diversión.

La noche anterior se había estado recorriendo las calles con un patinete y aunque casi provoca un accidente, había disfrutado como un niño pequeño, tanto, que quería repetir.

Así que una vez terminó de cenar se despidió de sus amigos, sacó su móvil y entró en la aplicación de Lime para buscar dónde se encontraba el patinete más cercano. En pocos segundos la pantalla de su móvil le indicaba que había solamente uno a quince minutos de donde se encontraba. Ilusionado como el que más, se dirigió hacia allí en busca de su nuevo juguete favorito.

Al llegar no vio nada, así que volvió a mirar en su móvil y este le volvió a indicar que el patinete se encontraba allí. Buscó entre los coches, por los portales de los edificios, hasta miró por el lado de los contenedores, pero allí no había nada.

Triste como un niño al cual le quitan su piruleta, entró a Twitter para ver si sus seguidores podían ayudarlo. Pero sabía que nadie podría hacerlo, al fin y al cabo, si en el mapa no salían más patinetes, es porque no había más.

Se había quedado sin plan, así que se puso a andar por las oscuras calles de Madrid sin rumbo fijo, en lo que esperaba a que Raoul terminase de cenar para poder ir juntos al piso del rubio.

No pudo contener las ganas, así que le mandó un WhatsApp:

-No hay ningún patinete por Madrid y me he quedado solito, ¿tardas mucho? :(

No tardó más de un minuto en recibir una respuesta.

-Ya hemos terminado de cenar, pero estamos tomando algo. Nada más pueda me escapo, vale?

-Valee♥

Sacó unos cascos los conectó al móvil y se puso música mientras se cruzaba con todo tipo de personas, algunas solitarias, otras con su pareja cogidas de la mano, algunas le reconocían y no dudaba en charlar con ellas y hacerse una foto. Así se le hacía más amena la espera.

Nerea observaba a Raoul con el móvil entre sus manos y por su cara, sabía con quién estaba hablando. Aunque fue una conversación corta, no más de un minuto y medio, tuvo que ser importante, pues Raoul guardó su móvil, sacó su cartera y dejó un billete sobre la mesa.

-Chicos, lo siento pero tengo que irme. Os dejo esto aquí, si sobre dinero ya me lo devuelve Nerea. – Se levantó rápidamente intentando evitar la pregunta.

-¿A dónde vas? –Esa pregunta exactamente- ¿Ha pasado algo? – Dijo Nerea confusa.

-No, no, tranquila hija. Es que acabo de recordar que no he puesta la lavadora y necesito lavar una camisa para mañana y si no la pongo ya no se secará a tiempo. – Se le daba fatal mentir.

-¿Una lavadora a estas horas, en serio? – Preguntó una amiga de ambos.

-Eh...Sí, sí... -Empezó a sonrojarse.

-Uy, pues venga corre y pon la lavadora, que necesitas esa camisa. – Nerea intentó ayudarle, pues bien sabía que la conversación que había tenido hace escasos minutos era lo que había provocado aquella fuga.

-Pasadlo bien y cabeza, sobre todo cabeza. Nerea cuando llegues a casa me mandas un WhatsApp y por el camino si el taxista no te parece de fiar me llamas y hablamos hasta que te deje en casa, o para cualquier cosa que nece...

El patinete (One-Shot Ragoney)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora