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831 años antes.

Querida, me apena escribirte.

Juro que mi alma se aflige de solo pensar en los últimos acontecimientos que fueron llevándose hasta el respiro más dulce que pudo cruzar estas tierras. Pero sé, de buena fe, que he de contarte absolutamente todo antes de olvidarlo o antes de que alguien más me descubra. Así que, sin perder más tiempo, te lo diré todo... todo, incluyendo los gritos que quebraron mi corazón en aquel oscuro lugar, donde los destellos de luz en medio del bosque centellaron entre las ramas desnudas como únicos espectadores de la verdad de la noche que acechó en cortas y tortuosas horas.

Dos lazos susurrantes con el mezquino y sofocante olor a azufre, representando la muerte, se abrieron paso y marchitaron cada una de las florecillas que reposaban en el prado. Pero no fue suficiente la iluminación platinada de la Luna para dejar a la vista parte del camino, no cuando la oscuridad en persona había llegado, sonriente con filosos dientes que demacraron el hermoso rostro del joven que se personificó en medio de las sombras. Y... no puedo negarlo, un temor desconocido me atrapó al instante, especialmente cuando escuché que decía:

—Una pena encontrarnos en estas ridículas y ostentosas condiciones, hermanos.

El viento azotó de a poco, aclamando una tormenta, una que nadie podía controlar.

—Una pena que sigas oliendo a rata muerta—respondió uno de ellos, el más alto, con las manos juntas y ensangrentadas. Su celestial cuerpo dorado suspendido en el valle—. No te vendría mal un baño ¿sabes?

La oscuridad soltó una escueta sonrisa, con ojos aniquilantes y maléficos.

—Si tu compañera y pareja me lo ofrece, no voy a negarme.

Cada uno de los presentes se observaron al notar la mirada encendida que replicaba con promesas de aniquilarlo en segundos. Sin embargo, y aunque disfrutaban con deleite las noches desnudos, bañados en placer y de peleas, se negaron a presenciar esa madrugada una nueva juerga.

—Debes irte.

— ¿Quién? ¿Yo? —señaló, con las sombras serpenteando sobre su espalda—. La fiesta acaba de iniciar...

Oh, monstruoso.

Era monstruoso y antiguo, mis ojos nunca podrán cerrarse de nuevo sin temor a verlo en mis sueños, nada podrá desvanecerlo, excepto lo que sucedió después.

Antes de que pudiera lanzarse hacia los demás, con tal de dar un poco más de juego, sombras brillantes, poseídas por colores más intensos que del mismo arcoíris, opacaron a la oscuridad y su sonrisa, y gritos fueron lo único audible en ese momento cuando fue atrapado; por eternidad, por oscuridad y profecía de cristal.

Así sería, hasta el final de los días, de amor y guerra, de deseo y sufrimiento.

Con secretos en la lengua y en continua búsqueda, L.


Doble actualización, desliza

DETRÁS DEL REFLEJO [#4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora