El Espejo de Marco Dorado

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En una casa vieja y olvidada en el bosque, existe un espejo de marco dorado el cual es muy especial, y siempre, a las 13:31, durante la hora reflejo, frente a ese espejo, Elizabeth y Carlos se ven frente a frente, literalmente, uno frente al otro, pues cada uno está donde debería estar su propio reflejo. Ya que este espejo no refleja el estado físico de las cosas, refleja el amor verdadero de las personas sin importar dónde se encuentren. Éste es un punto de encuentro entre dos corazones y dos mundos, porque así es, ellos son de realidades distantes en universos distintos.

Ellos, que separados por la entropía de un destino, pero unidos por ese sentimiento que trasciende y tuerce la realidad existente, se han vuelto en dos amantes; dos seres que en distintos tiempos, en distintos universos, logran sentirse mas no tocarse; pues cuando cruzan sus miradas por ese espejo que juega de cómplice y de hilo rojo entre dimensiones, su amor supera el tacto físico y establece su sintonía en ese sublime tacto entre almas. Ya que su amor con tan solo una mirada logra estrechar la distancia universal que los separa.

No existen los besos o los abrazos en su shakespeariana relación, no existen las caricias antes de dormir o las caminatas por el parque. Pero existe la confianza en fe, que un día ya no necesitarán de ese espejo para verse y al fin sus universos podrán coexistir ¿Cómo se logrará eso? Esa es una pregunta sin respuesta por el momento, ya que es éste es un caso muy particular y único.

Pero todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos.

Un día de lluvia, de truenos majestuosos y de viento gélido, Carlos llega puntual a su encuentro, completamente empapado, pero con una sonrisa que parecía sol de verano; el reloj marcaba las 13:31, mas ella nunca apareció.

Él persistió, siguió día tras día apareciendo frente a ese espejo de marco dorado, siendo más que puntual en la hora y lugar, pero Elizabeth no apareció en ninguna ocasión. Esto lo llevó a pensar que ella lo había abandonado al encontrar a alguien más, alguien de su cercanía con el cual poder compartir una caricia real; luego, por momentos creía fervientemente que algo le había pasado: Qué estaba en el hospital, qué tal vez la habían secuestrado o incluso, que algún ser astral la había inducida en su nave estelar, y luego de pensar esas fatalidades reía de nervios y se decía así mismo que era mejor que estuviese con alguien más que eso que pensaba.

Día tras día se generaban nuevas y raras teorías en su mente aturdida, pues si era posible ver a otro ser de otro universos a través de un espejo, todo podía ser posible en su enamorado y afligido corazón.

Uno de tantos días luego de recorrer un largo camino por el bosque y llegar hasta esa casa vieja y misteriosa que daba resguardo al espejo de marco dorado, se puso frente a él y se le quedó viendo a ese espejo que ahora era inservible, pues ni su reflejo ni el de su amada estaban ahí donde deberían estar y la furia lo dominó. Empuñó sus manos y ardiendo en desesperación y cólera, agarró a golpes a ese inocente y misterioso espejo. Las lágrimas rodaban por su rostro hasta caer al suelo y acompañando a esas lágrimas, sangre de sus puños comenzó a teñir el suelo de rojo; luego de un rato la fatiga lo apreso y él se detuvo, dejando ver por completo ese devastador escenario. Pues las grietas, que también bañadas de sangre eran más que visibles y cubrían todo dentro del marco dorado, reflejando a la perfección lo que acontecía en su alma llena de dolor; pero un trozo de espejo, medianamente grande, comenzó a reflejar perfectamente el rostro de Carlos, y fue entonces dónde se dio cuenta que había roto la magia del espejo, y ese mismo trozo que se mantuvo intacto a los fulminantes puñetazos, nuestra la tristeza  inevitable de nuestro joven enamorado.

Él no podía dejar de llorar, llorar de furia, de tristeza; lloraba con tanta fuerza, que podía sentir como su alma se desgarraba en pedazos mientras cada lágrima salía su agotado cuerpo. Limpió con su brazo las lágrimas que pudo, alzo su rostro y vio por última vez al espejo y entre murmullos y sollozos dijo:

— «Se feliz por favor, muy feliz mi dulce y bella Elizabeth» —

Y dando media vuelta dio su primer paso a una realidad sin ella.

Pero, antes de que él diese el segundo paso, la voz de Elizabeth se escuchó en todo el lugar, él de inmediato volteó a ver directamente hacia el espejo roto, mas no vio en él, el reflejo de su dulce amada.

Y fue entonces que una mano tocó su espalda y supo de inmediato, que lo imposible había dejado de ser en ese extracto de tiempo.

El Espejo de Marco DoradoWhere stories live. Discover now