BARCODE

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Me pregunto como se siente mi madre cuando escanea ese código de barras,  quiero preguntarle, pero ¿Me lastimaré cuando me entere? 

El aire que acompañaba el anochecer le erizó la piel, estremeciéndose ante ello sin dejar de mirar el oscuro cielo, encontrando estrellas iluminándose poco a poco conforme pasaban los minutos, hasta que aquel hermoso y azulado domo se iluminó casi en su totalidad gracias al pequeño brillo de estas.

Un suspiro, seguido de otro y otro más.

Jamás pensó que se sentiría como un fracasado solamente con dieciocho años. Todo el mundo parecía avanzar frente a sus ojos mientras que él se quedaba detrás, como un simple espectador viviendo en una utopía en la que todo era perfecto, aunque él no estaba de acuerdo, él era el único desdichado, el malo de la historia, el desertor.

Porque si, había dejado la escuela. Había huido como un cobarde, decepcionando a su madre, pero más a su hermana mayor, quien estudiaba en la Universidad de Seúl. Mientras que él.. ¿Qué hacía? Sólo era un mantenido, vivía del dinero que a su madre le costaba obtener en el trabajo, escaneando códigos de barras horas y horas para ganarse unos cuantos Wones con los que pudiesen comer y él gastar para nada productivo en concreto. 

Las cosas rozaron los límites cuando confesó a su madre que había desertado, y que quería dedicarse a la música. Allí fue cuando la pesadilla comenzó y fue dejado de lado, botado y olvidado por su propia familia, recordó aquella vez en que su hermana lloraba de noche, al lado de su habitación. Frustrada y decepcionada por tener un hermano menor inútil.

Creo que esos pasos tambaleantes me convienen,  estar atrapado en un pozo es mucho más natural para mí.

Alguien que estaba acostumbrado a vagar sin rumbo fijo estaba condenado a la desgracia, pero a veces en la oscuridad puede brillar la luz, por muy mínima que sea. Y Kim Haon no esperaba encontrar la oscuridad que iluminar con su brillo hasta que conoció a Lee ByeonJae tirado sobre el césped frente al Río Han. El chico parecía estar sufriendo en sueños, porque algunas lágrimas resbalaban de sus ojos hasta perderse cerca de sus orejas y humedecer el césped a sus costados.

No muy convencido de lo que estaba haciendo, se acercó hasta el otro y lo observó más de cerca. Sus facciones eran algo distintas de las que estaba acostumbrado a mirar. Su rostro era más cuadrado, poseía algunos gruesos lunares acá y allá, pero lo más sorprendente de él, fueron sus ojos avellana oscuros encontrándose con los suyos.

¿Quién eres?-Preguntó ByeongJae a la persona de rostro oscuro y cabellos alborotados y enmarañados. Pronto la luz se hizo presente frente a él, de manera literal. Algún auto cercano iluminó el rostro del chico extraño, encontrando una sonrisa carismática con dientes de conejo muy cerca de su rostro. El otro era extraño, pero a ByeongJae le pareció tierno.

Haon.. Kim Haon.. ¿Quién eres tú, chico extraño que llora mientras duerme?-Preguntó con inocencia el otro, en un tono juguetón sin apartar la mirada de sus pequeños y penetrantes orbes avellana, hasta que él mismo decidió incorporarse y observarlo de mejor manera.

Lee ByeongJae.. Ese es mi nombre. De todas formas.. ¿Qué haces aquí? No es muy tarde para que los niños estén jugando fuera de casa?-Cuestionó con un deje burlón, haciendo al otro fruncir el ceño y hacer un puchero que le pareció aún más adorable.

Yah, no soy un niño.. Salí de casa a meditar. Me gusta meditar.-Aclaró el otro con una sonrisa, nuevamente dejando sobresalir esos adorables dientes de conejo que el pelinegro encontró tiernos, justo como ese chico extraño era.

No sé lo que es estar atrapado dentro de un pozo,  pero puedes llegar al horizonte, a un lugar desconocido.

 En la orquesta llamada vida, eres el maestro.  

Después de aquella noche, los encuentros entre ambos se hicieron frecuentes. Siempre en el mismo lugar a la misma hora. Cerca de las diez de la noche, cuando las estrellas les saludaban cordialmente, iluminando sus rostros que poco a poco se hicieron más cercanos, hasta que la colisión se encontró siendo inminente. Respiraciones agitadas y tacto por todos lados. Un par de corazones latiendo desenfrenados, y labios que se entendían los unos a los otros en besos carentes de ritmo, o tiempo. Palabras que sobraban y argumentos que sin ser articulados, tampoco eran necesarios en aquel momento. Dígitos entrelazados y almas que descansaban en paz al encontrarse la una a la otra.

Dos polos opuestos que sin quererlo, se atrajeron para no separarse nunca.

Haon era la luz, y Byeonjeon era la oscuridad.

Al fin y al cabo, complementos.

La meditación no ayuda a mi tensión, no hay tiempo para simplemente sentarse.

Déjame imaginar que el código de barras es un paso de peatones para escapar más allá de esta caja.

  La depresión no ayuda a mi tensión, es una pérdida de tiempo estar tumbado y deprimido.

Si tengo un código de barras, entonces estoy en una cinta transportadora, capto mis intenciones interiores y exteriores y corro.

Después del pitido, después del pitido.

Después del pitido, después del pitido.

Guardemos el recibo de nuestros recuerdos.       

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Un poco cortito:'c Pero, me inspiré escuchando Bar Code y recordando las historias que Vinxen contaba sobre su vida. Espero que este intento de HaXen les guste, y me animen a escribir un poco más de ellos <3 Los sanjeo a partir de hoy. También quiero agradecer a una personita.

SleepingWriter99 por charlar conmigo y alentarme a publicar este pequeño Shot.<3 

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