Capítulo único

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Su show había terminado siendo del gusto del público y él, dio una reverencia ante los aplausos de los clientes. José Carioca, el carismático y encantador loro brasileño había llegado "por obra de la magia negra" a un hotel en México, diferente al de la ocasión anterior. Eso por supuesto no lo detenía de coquetear con las mujeres que se hospedaban, para cansancio del dueño del hotel y para molestia de los novios de aquellas chicas.

La razón por la que se encontraba en México, él mismo no lo sabía, su magia había comenzado a comportarse un poco errática con el pasar del tiempo, como si algo le hiciera falta y necesitaba con tanto desespero. Las chicas de Brasil le daban igual, no lo tomen a mal, José era completamente consciente de que había mujeres verdaderamente hermosas y carismáticas en su país natal: es solo que, al estar con ellas, todo se sentía incorrecto. Así que dejándose llevar por su magia, ésta lo guió a México.

Encontrándose con poco dinero (como lo usual), tuvo que encontrar rápido un empleo que fue como cantante y bailarín para un pequeño hotel. Las chicas del hotel eran una dulzura y el estar junto a ellas, hacía a esa sensación de vacío y soledad desaparecer solo un momento, pero todas y cada una de ellas, se sentía incorrecto, como si así no era como debía ser. Y eso provocaba un ligero dolor en su corazón.

―Excelente trabajo como siempre Carioca ―Fue el saludo de su jefe al bajar de la tarima.

―Ah, no fue nada Senhor. Es mi trabajo ―contestó el loro grácilmente con una breve reverencia.

―Sería un mucho mejor trabajo si no COQUETEARAS con todas las damas del hotel ―Era evidente el hartazgo en su tono de voz.

―Oh, lo lamento meu bom senhor. Es solo que no puedo evitar deleitarme ante tanta belleza ―Un suspiro soñador escapó de la boca de José―. Tão bonito

―Será mejor que lo evites Carioca. No es por preocuparme por ti, pero sus novios podrían golpearte al final.

―¡Pero yo puedo defenderme! No le tengo miedo a sus novios.

―Estás advertido José ―Al decir eso, su jefe se alejó del loro para saludar con interés a la nueva familia en el hotel. Obviamente para sacarles dinero.

José solo volvió a suspirar. Trabajar en ese lugar, cantando, bailando o tocando algún instrumento le llenaba de gozo y alegría, todo se sentía tan bien, pero cuando el acto terminaba y se cerraba el telón, esa soledad regresaba a su corazón. Algo estaba mal, pero José no entendía cuál era el problema. Aquella sensación había sido casi nula en el pasado, pero ahora, poco a poco comenzaba a ser cada vez más insoportable.

Unas jóvenes risas atrajeron su atención; dos pequeños niños, usando sombreros e intentando bailar como él lo había hecho hace tan solo unos momentos en el escenario. Ese momento hizo a su corazón llenarse de ternura y una suave sonrisa apareció en su rostro. Una vieja memoria de su infancia había cruzado por su mente, provocando un tono rojizo en sus mejillas, apenas notable por sus verdes plumas. "Tranquilo José ¿cuál es tu problema?" fue lo que él pensó para calmarse. Esos viejos recuerdos infantiles donde en la mayoría solo eran él, el pequeño y tímido José y su madre. Solo habían sido ellos dos, una familia muy chica pero muy unida.

Y su primer amigo.

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Ese día no había sido agradable para un polluelo de loro. El joven José Carioca limpiaba los rastros de comido que uno de los niños mayores le había arrojado. Él no quería volver a esa escuela, donde todos lo detestaban, le tenían miedo o alguno de los mayores se divertía molestándolo. Sus recién salidas plumas verdes habían quedado ensuciadas al igual que su playera favorita, con manchas no muy pequeñas de comida. Sus lágrimas resbalaban de sus mejillas, habiéndose acercado a la fuente de un parque cercano. Él solo quería llorar desde lo más profundo de su corazón.

Quédate junto a miWhere stories live. Discover now