El mago del sombrero puntiagudo

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Hace algún tiempo, en el interior de un bosque, un chiquillo intrépido y alegre se internó en él, intentando encontrar dos rosas: una roja y otra azul, para regalárselas a su madre. Sin embargo, en aquél lugar solo brotaban Shiroi Bara (rosas blancas), nada más. Pero, aun sabiendo ello, él juro que no descansaría hasta hallarlas.

- Rosas, bellas rosas. Rojas y azules. Deseo encontrarlas, para mi mamita. –decía el niño repetidas veces, mientras sus dientes castañeaban.

Unos ruidos extraños y poco habituales (como silbidos acompañados de gruñidos) se oían tras unos arbustos verdes que se encontraban a pocos metros delante del niño. Asustado y entumido, el pequeño empieza a preguntar en voz baja "-¿Quién está ahí?-"sin obtener respuesta alguna. Pronto una sombra inmensa aparece seguida de una silueta mediana que se acercaba poco a poco a él.

Ya en la cercanía, se podía observar a un anciano en muy buena condición, con túnica larga negra y un sombrero puntiagudo cuya punta estaba adornada con un lapislázuli. A pesar de su condición, este caminaba lento y gruñía de vez en cuando. Estaba loco o no era humano, era lo que pensaba el chiquillo aterrado sin poderse mover.

Al no haber respuesta, el anciano saca magicamente de entre sus ropas una pequeña varita plateada la cual mueve en circulos recitando el siguiente hechizo:

"Abracadabra, que la puerta se abra"

Dicho eso, el peculiar árbol crea un agujero en su tronco y aquella oscuridad empieza a girar como un remolino.

-Ven, acompañame- Dice extendiendo su mano hacia el niño.

El temor no fue nada comparado a la gran emoción que sientio al ver el agujero en el árbol, asi que tomo su mano y ambos se adentraron en el tronco que pronto se cerró.

Del otro lado,un magnifico y fantastico mundo se hallaba frente a sus ojos. Era como un segundo plano del bosque, solo que más colorido y lleno de vida. Sus árboles eran todos de tronco dorado, pero su follaje era variado: habían rosados, verdes, negro, azules, rojos, blancos, púrpuras, plateados, etcétera. El sol era blanco brillante y sus animales convivian entre sí. Habian flores de todos los tipos y colores, bueno, excepto rosas, de estas no había ningún tipo.

-¿Puedo hacerle una pregunta señor?-Dijo el niño dirigiendo la mirada al anciano-¡Ahh! ¿¡Quién es usted!? ¿Y el anciano?

-¿¡Anciano!? Puff... yo no soy ningún anciano- Responde un joven con la misma vestimenta del anciano- Este soy yo, mi verdadera apariencia.

-No te creo. El anciano tenía el cabello blanco y usted lo tienen dorado; él tenía ojos color café y los suyos son grises. Además, ¡no hay nada que pueda hacer que alguien rejuvenezca tanto! Eres más joven que mi mami, y ella tiene 30 años.

-¿30?- Ríe- Por favor niño, no me hagas reír. Tengo 180 años. Y así como me ves, este soy yo, y todo el mundo que ves lo he creado yo. Mi apariencia cambia cuando salgo de aquí.

-Pero eso es imposible, a menos de que... ¡Seas un brujo!

-¿¡Cómo te atreves a decirme eso!? ¡No soy un brujo! ¿Por qué lo dices?

-Tu sombrero, parece de brujo.

-No. Mi sombrero es genial- Dice orgullosa y antipáticamente- Y este sombrero me identifica como un gran mago. ¡Soy el gran mago Yishiki!

-Si eres tan bueno como dices, ¿Por qué tu mundo no es perfecto?

-¿¡Estas ciego!? Mira a tu alrededor, todo está perfecto... bueno, casi todo. Se me ha dificultado crear una cosa la cual está poniendo en peligro este mundo. Ven, acompáñame y te lo mostrare.

Caminando derecho, se toparon con un árbol en agonía, cuyo tronco estaba infestado de termitas y su follaje estaba decolorado con amarillo y naranja, expeliendo un hedor a podrido. El niño se tapó la nariz, mientras que el mago Yishiki no mostro asco alguno, más bien fue tristeza. A partir de este árbol habían dos caminos: uno de tierra árida e infértil y otro con mármol arenoso del cual brotaban bellas flores. Tomaron el camino árido.

Más adelante se encontraba una enredadera espinosa cuya cima estaba adornada con una rosa negra marchita y sobre ella una nube relampagueante del mismo color.

-¡Wow! ¿Qué... qué es eso?- Preguntó el niño asombrado

-Ese gran rosal es el que está amenazando este mundo, y no sé cómo detenerlo.

-Un rosal con una solo rosa, ya veo- Dice pensativo- Dime, cuando creaste el rosal, ¿Cuántas rosas pudiste hacer?

-Solo una, la que ves en la cima. Por ella es que, si miras a tu derecha, solo veras tierra infértil que una vez aguardo hermosas criaturas...- Baja la mirada triste- pero fueron calcinados por los rayos de esa nube.

-¿Podemos entrar en su interior?

-Creo que sí. Lo intentaré.

Tomando su varita con las dos manos y dirigiéndola hacia el rosal, Yishiki recita el siguiente conjuro mientras el lapislázuli de su sombrero encendía intermitentemente.

"Si la belleza quieres retomar, a tu interior tú debes mirar"

Este conjuro se convirtió en su carta mortal. No era el hechizo correcto y enfureció a la rosa quien aumento 20 veces el tamaño de la nube, lanzando rayos y relámpagos por doquier.

-¡Esto es malo! A este paso todo se verá destruido.

Mientras Yishiki observaba con pánico aquella destrucción e intentaba contenerla con hechizos, el niño se acercó al rosal y tocando las espinas, empezó a susurrar al mismo. Inmediatamente después la nube se detuvo y volvió a su estado inicial, permitiendo entrar al niño dentro del rosal. El mago lo observo asombrado ante este acto y lo espero los 10 minutos que tardó. Al salir, los dos hablaron por un momento y concluyeron diciendo:

-"Una sola rosa es fuerte y hermosa ante la soledad, pero lo es aún más cuando esta se va"

Tomando juntos la varita, el sombrero iluminó todo el lugar y en un parpadeo se adornó todo el rosal. De todos los colores y tamaños se adornó, que pronto el área solo de rosas quedó. Desapareciendo todo índice de maldad, el mago al niño recompensará.

-Todavía no puedo creer que hallas logrado hablar y hacer un trato con ella. ¡Serás un gran mago algún día! Debo recompensarte, dime ¿Qué deseas con todo el corazón?

La respuesta era obvia y clara así que, sin más, un trozo de lapislázuli sus mano tomaran y cerrando sus ojos pronto despertará. Un rayo de sol el trabajo efectuó y frotándose los ojos, asombrado quedó. Rodeando un árbol común, brotando de verdes arbustos, rosas azules y rojas danzaban con esplendor. Tomando algunas con emoción, feliz a su querida madre las rosas llevó.

FIN

EL MAGO DEL SOMBRERO PUNTIAGUDOWhere stories live. Discover now