Capitulo único

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Año XXI

La noche cayó en el pequeño pueblo de Magnolia. La luna estaba oculta entre las escasas nubes y la espesa neblina comenzaba a cubrir las calles, que solamente eran iluminados por faros, los cuales dentro de un cristal tendría gasolina junto con un mechero. El fuego danzaba con el viento.

Natsu observaba entre la sombras como las personas corrían a la seguridad de sus hogares, el fuerte golpe de una campana, invadió las calles, dicho sonido provenía de la catedral. Observó cómo los aldeanos se apresuraban a resguardarse en una habitación. Cuando el último entró en su hogar, fue su momento.

"Hora de comer"

Se bajó del árbol en donde constantemente vigilaba al pueblo, avanzó con sigilo entre los árboles hasta tocar el pavimento de las calles. Observó las calles desoladas y sombrías cubierta con una capa de murmullos de los habitantes, oraban por su vida. No le sorprendía esa actitud, siempre lo hacían cuando sentían su visita.

Natsu dejó escapar una sonrisa socarrona, avanzó por las desoladas calles, sus pisadas se escuchaban a pesar de los murmullos de los aldeanos. Las puertas trancadas por dentro y con un crucifijo afueran para alejarlo. Ignoro este hecho mientras llegaba a un callejón oscuro en donde encontró lo que buscaba. Un sujeto de ropa oscura, con su cabello removido y con un irritante olor alcohol recostado de la pared.

-No me hagas nada por favor-Suplico con temor.

Sus ojos se tornaron de un color oscuro y con una sonrisa mostró sus blancos colmillos.

-Ya es tarde-Indico. Avanzó con rapidez a él mordiéndole la yugular. Solo se escuchó el sollozo del humano mientras iba siendo consumido por Natsu.

-.-.-.-.-.-.-

El sol estaba en su punto más alto, en el profundo bosque de Magnolia, se encontraba Natsu recostado de un árbol meciendo su pie mientras observaba un conejo blanco saltar a su hoyo. A diferencia de los mitos humano. Él podía salir al sol, no le hacía daño, de hecho le agradaba quedarse bajo él, las cabezas de ajo tampoco le afectaba y ni mucho menos una estaca de madera. Principalmente porque él no era un vampiro, como todos los aldeanos pensaban.

Piel oscura con pequeñas escamas en los costados del brazo, cabello largo rosado arriba de ellos crecía unos cuernos negros que se doblaban, ojos jades que se oscurecían, excelente olfato y audición. Tenía la habilidad de manejar el fuego, únicamente con las manos y contaba con unas extensas y potentes alas negras similares a un murciélago.

Un ser nacido de la oscuridad.

Escucho pasos y murmullos debido a su gran audición. Dejo escapar un suspiro, conocía quienes se adentrarían al bosque a pesar de saber que el gran vampiro se encontraba ahí. Con agilidad se bajó del árbol y espero el ataque con los parpados cerrados.

-Natsu-Chillo una chica lanzándose encima de él. Natsu abrió los parpados, observando un manto azul venir a él. El olor a fresa llegó a él junto a la presión de la chica en su mejilla.

-Wendy-Murmuro tomándola de la cintura y alejándola de él. Su melena azulada estaba recogida en dos coletas, lo observaba con diversión. Tan pequeña pero con un conocimiento que atemorizaba a Natsu-¿Que hacen por aquí?-Preguntó observando cómo se acercaba Romeo, el ayudante de la chica.

-Escuchamos lo de anoche-Anuncio observándolo-¿Porque fue esta vez?-Preguntó cruzándose de brazos.

-Tenía hambre-Confesó recostándose del árbol.

The love of the devilWhere stories live. Discover now