Parte única

3 0 0
                                    

—Estamos perdidos, hermano —le dices después de un rato en el que los dos habían caminado en silencio, evitando pensar en lo evidente. Habías tragado tanta saliva para impedirle al miedo obligarte a decirlo, que ahora sentías la boca seca y la confusión llenando cada rincón de tu mente.

—Me temo que sí —te responde, moviendo sus ojos con rapidez de un edificio a otro, de calle en calle; mas el resultado parecía ser idéntico al tuyo por la expresión decepcionada que mostró fugazmente. Podría haber pasado desapercibido, cualquier persona habría visto un rostro serio en él, sin embargo tú viste lo suficiente para sentir tus esperanzas caer aún más bajo—. No, debe ser por aquí. —Tomó tu mano, sentiste que habían pasado ya muchos años desde la última vez que se tomaron de esa forma, sin sentir vergüenza. Después de la sorpresa que provoca en ti, te concentras de nuevo en lo que tienen adelante.

Llevan cerca de tres horas vagando por esa ciudad, las plantas de tus pies te hormiguean y arden en la zona de los talones, tus muslos parecen tan agarrotados como tus pantorrillas y la espalda. Quisieras renunciar a todo, sentarte en algún lugar de esa zona desconocida y no levantarte, al menos no por un largo tiempo.

¿Recuerdas cómo llegaste hasta ahí? Obviamente no, ya pasaste un largo momento tratando de recordar con tu hermano, sin que nada hubiese llegado a sus memorias; lo único que tenían presente era la imagen de una casa: grande y hermosa, aunque desconocida ya que no se imaginaban dentro de esta.

A pesar de ello, tu hermano cree firmemente que ese sitio resolverá todas sus dudas, que todos esos vacíos en sus recuerdos se llenarán o, en caso de que no sucediera, podrían encontrar a alguien a quien pedirle ayuda. Suena lógico, sabes que es la única opción que tienen, porque desde que se dieron cuenta que no sabían dónde estaban, era la misma idea que los mantenía andando.

No obstante, un temor te invade lentamente. Al inicio creíste que era el miedo a lo desconocido, el miedo de haber olvidado algo importante y de que estaban perdidos, sin embargo ahora lo tienes más claro. Presientes que llegar a ese lugar únicamente logrará traerte un mar de sentimientos relacionados con todo, menos con la felicidad y el reconocimiento.

No te atreves a decírselo a tu hermano, lo último que deseas es preocuparlo y borrarle esa sonrisa de su cara, la misma que siempre ha logrado apaciguar tus más grandes miedos infantiles.

Eres diez meses menor que él, esa corta distancia entre sus nacimientos los ha hecho tan unidos que siempre han sido la protección del otro. Si el mundo se negaba a comprenderlos, los dos se tenían para darse todo el apoyo que pudieran necesitar. El amor y el cariño que más les importaba siempre fue el de ustedes.

Y ahora los dos entraban a calles, daban vuelta en una esquina, en la otra, regresaban una calle, cruzaban dos. Hasta tú habías pensado que no tenían a donde ir realmente, que caminaban de forma aleatoria aunque tu hermano había asegurado saber el camino.

Mientras que ese sentimiento dentro de ti, ese miedo, crecía casi con cada paso correcto. Hasta que fue más grande de lo que nunca habías podido soportar. Te detienes en seco, jalando a tu hermano pues aún retenía tu mano entre la suya.

—Ya estamos cerca... unos pasos más... —le dices agachando la cabeza para que no vea tu expresión, ni tú sabes qué tipo de cara tienes, solamente sabes que no debe verla.

—Siempre lo he dicho, soy muy bueno para ubicarme —responde sonriendo con orgullo, al notar que tú no le devolvías la alegría, supo por fin que no estabas bien—. ¿Qué pasa?

—Creo que llegar a esa casa son malas noticias... así como tú sabías por donde caminar, yo sé que eso sucederá. —Por fin volteas a verlo, notas la fugaz mirada entristecida y asustada que hizo al escucharte, hasta que te rodea con sus brazos.

Ella lo hizoWhere stories live. Discover now