Funeral

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Como más adelante se narraran los hechos a los que, seguramente, se le ha instruido ansiosamente a la persona que los cuenta que utilice una máquina de escribir, sospecho que no tardará mucho en escribir toda la historia. Tiene una máquina de escribir Remington. Ha estado en nuestra familia desde mucho tiempo atrás y,  la usa desde que nació.

El lector, naturalmente, se estará preguntando: ¿Por qué aun no comienza la historia? ¿Quién esta contándome esto? Es un privilegio para mí, que se me haya otorgado, con cierto grado de condescendencia y sensatez, que escriba el inicio de la historia. La introducción. Así pues, mi nombre es Lane y el apellido de nuestra familia es Welty. Sin embargo, solo se me ha instruido, por una carta con un sello sospechoso, que escriba el inicio. Sin embargo, ignoro el final y los detalles.

En lo que respecta, soy el mayor de tres hermanos: Ronnie, el segundo, tiene actualmente veinticinco años. Constancia (Quien me ha pedido que se le nombre como Connie) tiene Veinte. La chica es toda una universitaria y, seguramente, el día de su graduación se reciba con todo y honores. La <<pequeña>> es muy lista. Creo que debo mencionar y suponer que, en lo que sigue del relato, se narrara en primera persona. Una vez que haya terminado de escribir esta pequeña introducción, que espero que no tenga nada solemne, la enviare a la dirección que me han dicho. De modo que, sencillamente es todo. 

Capitulo uno.


Se encontraba sentada en el centro de aquellas personas, con las manos juntas como posiblemente hacia su madre, su cabello preciosamente ondulado descendía hasta caer poco más arriba de su vientre (fotografía en el funeral.) ¡Dios mío! Como me gustaba. Recuerdo perfectamente una vez que caminaba por la calle treinta y tantos, regresaba de un encuentro, patéticamente fallido, entre el equipo de baseball de la preparatoria de West Monthly contra los de West Decker; estaba anocheciendo, pero en las aceras y en los arboles aún se lograba ver algunas manchas del sol que, como de costumbre, va escondiéndose y va dando lugar a la noche. Bueno, yo regresaba de aquel encuentro con nada más que un abrigo de pluma de ganso y unos guantes. Con todo eso, hacia un frío glacial. Iba pensando que el equipo de West Monthly había perdido de una manera horrorosa. Casi deprimente. Según me contaron, su mejor bateador había enfermado. Nunca llegue a saber lo que en realidad paso. Me encontraba caminando en la acera, justo cuando escuche que gritaron mi nombre; fue de una voz que emitió mi nombre de una manera enérgica y singular. Como un "eureka" La voz interrumpió el curso de mis pensamientos y me gire hábilmente. Pero, la voz había pasado de largo y no logre ver quien era. Naturalmente, yo conocía aquella voz estupenda y original. De esas que cuando uno las escucha, intenta guardarlas en su memoria auditiva para después, en cualquier momento, recordarla tan nítidamente como si reprodujeras una canción.

Ella había pasado en el auto de su madre y, como toda una lista, se le había ocurrido la absurda idea de gritarme. Me imagine a su madre, después del grito, preguntarle quien era yo. Quien era aquel chico que, al parecer, había originado en su bonita hija de ojos verdes asomarse por la ventanilla del auto y, decir con todo el aire de sus pulmones mi nombre. Así pues, es sorprendente como la sencilla voz de una persona puede darle color a todo. Puede mejorar el día entero.

Sin embargo, como cualquier mente racional puede prever, no logre acercarme a ella. No logre consentir una cita o una conversación que, pudiera aportarnos a los dos, el verdadero sentimiento de calidez que entrega el amor. Grace se suicidó una soleada y callada tarde a mediados del verano, específicamente el diez de julio, se cortó las venas con hojas de afeitar en el cuarto de baño. Sospecho que, aunque hubiera podido hablar con ella, no hubiera notado sus intenciones. Ella era muy risueña, quizá, la persona más risueña que llego a pisar este planeta. Lo digo de verdad. Además, ustedes no la conocieron. Pero, de haberlo hecho, hubiera provocado el mismo efecto que provocaba en todos: sentirse verdaderamente vivo. Por el contrario, ella aun produciendo todo eso, era la única que no se sentía así. Aun hoy, sigo pensando en que, esta endemoniada vida está hecha injustamente y es vivida por personas que esperan, desde el fondo, sea justa. ¿Por qué tiene que ser así? ¿Porque las personas que deberían vivir felizmente son las primeras en retirarse de la mesa? La mayoría de estas personas, debería vivir la vida plenamente; deberían encontrar a una persona que, sobre todas las cosas banales, las respete. Entonces, por dios santo, deberían casarse y amarse hasta ya no saber dónde guardar tanto amor. Para ese punto, ya habrán envejecido y, por lo tanto, sabrían lo que de verdad se debe buscar en la vida. Se darían cuenta que hay que buscar a una persona que, como Grace, debe hacerlos sentir vivos o algo similar. Ojala, el resto de personas que quedan en la mesa, dejaran de esperar y comenzaran a buscar, comenzaran a abrir su corazón.

Puede sonar estúpido, pero lo primero que hice cuando me entere que murió, fue regresar a aquella calle e imaginarme que ella pasaba de nuevo, muy rápido, solo que esta vez yo lograba girarme aún más rápido y, la saludaba. Ella, desde el auto alejándose, me devolvía el saludo. No me resulto difícil recordar su voz. Y aún seguía pensando que ella está viva. Pensaba que el mundo no había perdido a alguien tan excepcional como ella. Sin embargo, conforme pasó el tiempo y, se extendía la noche, este pensamiento se desvaneció como la vida misma. Su muerte fue como perder una buena parte de la juventud. Se difumino y apago la vida misma de una hermosa joven que poseía una bella tez diáfana y, unos ojos verdes que representaban toda la flora y la fauna del mundo. Una atractiva, inteligente y cómica chica fue corrompida y, al no ver salida, al encontrarse sencillamente en un vacío, acabo con todo. En fin, eso era lo que pasaba por mi mente al observar la fotografía.

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⏰ Última actualización: Nov 07, 2018 ⏰

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