Saudade

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Era solo el soplo de la brisa que abundaba en mi mente, no había más que escuchar, los ruidos a mi alrededor se habían hecho imprescindibles, sin sentido, sin presente, sin luz. Me encontré gritando en los silencios de esa horrible tarde, con angustia y sufrimiento, con una rosa roja en la mano, y cartas escritas en versos y llanto; era todo muy incierto, diferente de lo que esperaba, tal vez algo más tenía que hacer o tal vez ya todo lo había hecho y no quedaba ya nada.

Empezar a escribir esto me hace pensar en las mil maneras que pudieron ser, en los porqués, en el universo y en el cuestionamiento de mi propia fe. Un poeta no nace ni hace más bien todo lo contrario, desde que somos simples embriones sufrimos y reímos, nos hacemos fuertes con el paso de los nueve meses, para entonces salir al mundo y ver que todo lo que esperabas no era tanto como lo esperabas, salir y ver cómo todos se destrozan entre sí, se comen con palabras y se hieren con miradas; entonces nace una ilusión, una manera de tratar, de expresar, de vivir y entender en prosa que es el mundo y todos sus porqués y es cuando nace un poeta. Alguien que escribe lo que ve, lo que siente y lo que calla porque simplemente los demás no lo entienden cuando habla... es mejor llorar letras en papel, que dar abrazos a la pared.

Pensé que ya no se podía sufrir más, pero me equivoqué, la realidad superó a la ficción de las cientos de páginas de mis cuentos y libros. Él ya no estaba y yo no podía hacer nada. Me di cuenta cuando lo vi acostado en el ataúd que lo había perdido todo, que mi futuro se había caído en mil pedazos, mientras mi presente era la incógnita más grande que no quería descifrar, tal parecía que nadie lloraba, todos sabían lo que pasaría con sus mentes conspirando hacia lo peor, que fue justo lo que sucedió; pero yo solo quería traerlo de vuelta, abrir el ataúd y darle un beso como en esos tantos cuentos de hadas y princesas, en dónde la fuerza del verdadero amor podía superar incluso la muerte. Pero lamentablemente no era real, no es verdad lo que nos dicen de niños, nos pintan la muerte como algo opcional, algo de lo que se puede salir cuando en realidad no es así. Es difícil crecer creyendo que todo saldrá mejor, crecer con conceptos errados del mundo y de la vida en general; por eso cuando lo vi ahí tendido como si estuviera dormido, solo pensaba en que si lo tocaba él despertaría y luego nos iríamos lejos y que el cancer no volvería, pero solo fueron ilusiones de una niña que aún se aferraba, mientras que aquella chica de 21 años lo único que podía hacer era llorar y sentir el dolor más fuerte de toda su vida; me di cuenta que si estaba viva en ese preciso instante, pero también me di cuenta que gran parte de mi moría a cada mínimo segundo del infinito tiempo. Yo no quería estar ahí y me preguntaba cuándo despertaría de esa horrible pesadilla, pero resultó que la realidad era más fea porque esa pesadilla era real.

Él se había ido, su éter, su alma, su luz, se había apagado, ya no había nada que yo pudiera hacer... y esa tarde del día 5 de febrero a las 2:30 pm morí yo también.

Saudade: Es sentir ese vacío que produce la distancia de la persona amada, esa llama que arde en nuestro interior y que nunca será apagada... El profundo viento que nos aviva el recuerdo de nuestra melancolía procedente de saber que algo o alguien puede que no vuelva a nosotros.

Saudade Where stories live. Discover now