Introducción

692 26 0
                                    

-Hoy soy yo quien le habla a su gente. Les hablo yo personalmente porque los conozco mejor que nadie, porque fui ustedes, porque aún soy ustedes. En parte soy vos, el campesino, porque vi a mis abuelos perder las tierras que les habían costado el esfuerzo de toda una vida a manos de grandes empresarios que se las arrebataron sin pudor ni juicio previo. También soy vos, el trabajador, porque durante años recorrí todos los días sin falta treinta kilómetros en bicicleta para poder asegurarle a mi familia un plato de comida sobre la mesa. Soy además vos, el estudiante, porque estuve en tu lugar con hambre de aprendizaje y sediento de ganas de cambiar al mundo. Y hoy acá, parado frente a vos, sé perfectamente que tenes miedo. Tenes miedo porque tus abuelos como los míos dejaron su sudor durante toda una vida por este país, nuestro país, para que tu padre pudiera tener un trabajo digno. Y tu padre dejó su vida trabajando incansablemente por este país para que vos puedas estudiar y convertirte en una persona de bien, en alguien de buenos valores. Y yo sé que estás cansado, yo sé que estás frustrado de solo dar y nunca recibir nada a cambio. Y explíquenme, ¿con qué derecho vienen ahora cuando ni sus padres ni sus abuelos dejaron sus vidas por nuestra nación para reclamar exactamente lo mismo que a vos sí te corresponde?, ¿con qué derecho te arrebatan tu camilla en el hospital?, ¿con qué derecho te dejan sin el puesto de trabajo que tendría que haber estado ahí esperándote?, ¿con qué cara se sientan en aquel banco de colegio que era para tu hijo...-

Un fuerte estruendo se hizo presente en los oídos de todas las personas reunidas en el estadio. El pánico se apoderó por completo de las mentes de la gente que comenzaba a correr desesperada de un lado al otro en busca de una salida.

Los guardias de seguridad prácticamente se abalanzaron sobre el escenario para rodear al presidente de la república.

Para el segundo estruendo el lugar ya era oficialmente un caos digno de una película de acción, con una multitud alborotada, palabras inaudibles, e imágenes confusas.

-¡Renato!, ¡mi hijo!, ¡saquen a Renato!.- Los gritos del hombre se ahogaban en una plena desesperación.

Pero los gritos en un momento se acabaron, y cualquier sonido que hubiera estado saliendo de la boca del presidente cesó por completo al momento del tercer estruendo.

Renato se tocó un costado del abdomen al sentir el leve cosquilleo. Al levantar su mano solo pudo ver sangre. Su sangre. Sintió el mareo llegar a su cabeza. Sintió como las piernas se le aflojaban dejándose vencer. Sintió el golpe de su cuerpo contra la madera fría del suelo.

Y sintió como después todo comenzaba a nublarse.

Secreto de estado / QUALLICCHIOWhere stories live. Discover now