Somebody that I used to know

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No tenías que actuar tan bajo
Haciendo que tus amigos recogieron tus pertenencias
Y luego cambiaste tu número
Supongo que no lo necesito, sin embargo
Ahora solo eres alguien a quien solía conocer

Gotya ft. Kimbra Somebody that I used to know

Tenía cicatrices en todo su cuerpo, una reciente se lucía en su mejilla y su labio sangraba cada noche, en un borde que era torturado por sus dientes. Sus ojos eran verdes, como una hoja seca que acaba de ser lanzada por el otoño, guardaban más oscuridad de la que cualquiera pudiera soportar y ni siquiera sus largas pestañas blancas lo ocultaban. También tenía el cabello teñido de negro, cubriendo aquel blanco inusual que ser albino le concedía. Incluso repasaba sus cejas con rímel  cada mañana antes de salir, las pestañas no las tocaba porque le parecía pesado al abrir los ojos.

Tenía un tatuaje de un gato en la muñeca, los huesos sobresalían de ella, no a un extremo preocupante, pero se volvían vistosas, se notaba cada vez que doblaba la mano para llevarse un cigarrillo a los labios para inhalar lo que sea que le dieran en aquel lugar. Su piel como la leche era decorada con pequeñas cicatrices y moretones que se notaban cada mañana y cuya colección aumentaba día a día.

Cada noche paseaba por la plaza central, por aquella estatua de alguna figura que desconocía. Cada noche cuando daba las siete de la noche él se paraba en una de las esquinas de aquel lugar y se ponía una bufanda blanca. Siempre limpia y planchada, sin ninguna mancha, a diferencia de su rostro.

Cada noche un auto diferente se detenía frente a él y él se acercaba al conductor con una mueca de aburrimiento y tratando de disimular el dolor que sufría su cuerpo por las cicatrices que rozaban con la tela de su pantalón y zapatos. Entonces le ofrecerían una cantidad, una suma de dinero que sea lo suficientemente grande como para que él decida subirse al auto desconocido, cerrar la puerta y ser llevado a un lugar que desconoce por completo.

Cada noche sin falta está con  la mirada perdida, un cigarrillo en la boca y sus labios sin siquiera una muestra de felicidad. Cada noche sin falta se la pasa en una cama desconocida con un desconocido que no volverá a ver nunca. Cada noche aguanta el dolor y cierra los ojos, aguantando la respiración mientras mecen su cuerpo con la cama rechinando bajo su cuerpo. Cada noche, después de que un poco de dinero es dejado en su mano él se queda dormido en donde pueda caer y espera otro día en el que todo volvería a repetirse.

La plaza principal siempre fue conocida por ser uno de los lugares turísticos más visitados en el día, por la enorme estatua del centro y algunos pastizales para jugar y dormir unos minutos. El lugar era conocido en los días por su buena iluminación y un aroma de flores abriéndose para ser acariciadas por el sol. Pero en las noches las cosas cambiaban.

Cuando empezaba la seis de la noche varios jóvenes empezaban a circular el lugar, aquellos que se quedaban en el centro eran los que vendían cualquier “vitamina” y los que estaban a los bordes, aquellos que usaban bufandas blancas alrededor de su cuello, ellos vendían otra cosa, vendían placer. A unas calles también se encontraba otra plaza y en esa estaban mujeres de toda edad, pero en esta, en la principal solo muchachos vendían sonrisas.

Él algún día soñó con ser astronauta, policía o abogado, recuerda que en algún tiempo incluso pensó en ser doctor para así recibir agradecimiento y sonrisas por haber salvado una vida. Hoy en día recibía sonrisas, pero por motivos muy distintos a los que una vez imaginó.

El placer de un Albino (Gay)Where stories live. Discover now