Capitulo uno

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Sentir,

sentir que tu mano es mi caricia,

sentir que tu sueño es mi deseo,

sentir que tu mirada es mi descanso,

sentir que tu nombre es mi canción,

sentir que tu boca es mi refugio,

sentir que tu alma es mi regalo.

Sentir que existes...

sentir que vivo para amarte.

- Poema-

Un baile con el demonio

El aire fresco de la noche, aparte de refrescarle el rostro acalorado, hacían llegar a los oídos de Nalasa las risas de los invitados a la boda de su hermana. Casya, con su hermosa cabellera pajiza recogida en un moño flojo sobre la nuca recubierto de flores lilas, había deslumbrado a todo el pueblo caminando hacia el altar con su bonito vestido blanco con bordados de crisantemos. El novio, Rale, temblaba por los nervios sin creerse aún que la muchacha más bella del pueblo fuese a casar con él. No es que él fuese feo, ni mucho menos, pero ella era como un regalo de Dios: hermosa, amable y buena. El sacerdote no tardó en casarlos y pronto comenzó la fiesta llena de música, baile y festín.

Nalasa se alegraba de todos corazón que su hermana mayor hubiese encontrado un buen partido y un buen hombre todo junto. Rale era dueño de la granja más prospera del pequeño pueblo de Sanol y todas las doncellas casaderas habían hecho lo imposible por conquistar al joven. Pero él conoció a Casya y los dos se enamoraron sin remedio. Fue un flechazo que unió a dos corazones libres. Cinco meses después se habían casado.

Hoy.

Nalasa casi no había podido estar con su hermana en todo el rato que estaba durando el festejo - la pobre no había parado ni un minuto atendiendo a todo el mundo - y cuando ya no pudo soportar la soledad y la indiferencia de los jóvenes de su edad - tanto del genero masculino como femenino - se había dado por vencida y se había alejado del jolgorio.

Ella no tendría tanta suerte y lo sabía. Ella nunca se casaría con un joven tan apuesto como Rale y que la adorase tanto como él a su hermana. Tendría suerte si la aceptaba como esposa algún zarrapastroso que no fuese del pueblo.

No tendría esa suerte y tampoco la quería. ¿Por qué tenía que casarse? ¿Qué importaba el matrimonio? Ella no necesitaba a un hombre en su vida para nada. Pero las risas y la música llegaban a sus oídos y no pudo evitar que una punzada le atravesase el corazón. Le dio rabia sentir aquel sentimiento y aquel anhelo de algo que le encantaría poder experimentar. Nunca la habían sacado a bailar y aquello era muy triste teniendo ya la edad de veinte años. Pero era una muchacha vulgar que no destacaba entre las jóvenes del pueblo y su hermana siempre la había eclipsado. Cada vez que algún joven la miraba pensaba: ojalá fuese como Casya. Pero Nalasa no era su hermana y no podía hacer nada para poder parecerse a ella físicamente.

Por eso aunque la quería mucho, le tenía envidia. Envidiaba su belleza y su descaro para tratar con los hombres de tu a tu. Ella no podía hacerlo, sentía muchísima vergüenza delante de los jóvenes del pueblo, mas sabiendo, todo lo que ellos pensaban de ella.

Que era fea.

¡Pues allá ellos! Que pensasen de ella lo que les gustase. Ya había tenido suficiente con sus risas y sus humillaciones. Prefería quedarse soltera que estar con alguien que no la valorase como persona y mujer.

El castillo de las almas ( Amante demonio I )Where stories live. Discover now