La Historia

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Horas más tarde de escapar sin que nadie se entere de su país natal, Colombia, la familia Hernández decidió irse a vivir a Los Estados Unidos. Para su suerte no había ningún problema puesto que, sabían hablar inglés a la perfección al igual que su idioma original el español.

Sebastián Hernández, el padre de la familia, era un político Colombiano muy reconocido. No solo por tener mucho dinero, su fama en dicho país también se debía a las buenas acciones que realizaba para mejorar el estilo de vida de los ciudadanos. Sin embargo, por aquellas cosas Hernández recibió una carta de advertencia por parte de un grupo de extorsionistas en la que le obligaban a abandonar el país con su familia lo más pronto posible, por supuesto sin decir nada a las autoridades ni a ningún pariente u conocido. De no obedecer la orden los extorsionistas tomarían bajo poder los pueblos de escasos recursos a los que el Gobierno no ha protegido en su totalidad; llevando a cabo conflictos armados, ejecuciones públicas de inocentes, incendios en hogares humildes, entre otras cosas.

Al sentirse vulnerable con tal amenaza, Sebastián no se negó a desobedecer y fue entonces cuando decidió abandonar el territorio. Junto con su esposa Sara y su única hija Maddison de siete años, emprendió el largo y preocupante viaje al país Americano. Al llegar, fueron lo más rápido posible a la casa que tenían ahí para vacaciones, que se convertiría en su hogar a partir de ese día.

—¡Maddy! —gritó su padre—. ¡Ven a la cocina un momento!

En ese momento, unos pequeños saltitos bajaron por las escaleras, y una melena roja se asomó por la entrada de la cocina, con la misma radiante sonrisa de siempre.

—¿Sí, papi? —preguntó con su inocente voz.

Maddison Hernández era la viva imagen de lo que podrían llamar un ángel.

—Nena —se puso de rodillas, quedando a la estatura de su hija—. Estaremos encerrados en esta casa por un determinado tiempo —se levantó, y miró a su esposa a su lado—. O al menos hasta que estemos totalmente seguros de que no hay peligro alguno —ella asintió con la cabeza, y ambos dirigieron la cabeza hacia su pequeña—. ¿Quedó claro, dulzura?

—Sí señor —afirmó Maddy, dirigiendo la mano a su cabeza imitando a un soldado. Sus padres rieron—. Pero... —comenzó a indagar un poco—. ¿Por qué no podemos salir?

Sus padres intercambiaron miradas, no pensaban contarle a su hija lo que estaba sucediendo, ni mucho menos mentirle. Pero lo que sí tenían claro, es que esa niña era muy astuta e inteligente para tener su edad.

—Cariño, ¿qué tal si sales a jugar un rato al patio? —intervino Sara.

—Pero papá dijo que no podíamos salir —dijo la pequeña, y miró confusa a su padre.

—Maddy, ve. Tu madre y yo te vigilaremos por la ventana —Sebastián le guiñó el ojo.

    —Ahora jugaremos contigo princesa, ¿te parece? —le propuso Sara.

    La niña, con una gran sonrisa asintió y se acercó a sus padres muy feliz.

    —Los amo —anunció cerrando sus ojos, deseando que ese momento no se acabara.

    —Y nosotros a ti, nena —respondió Sebastián.

    Los tres se dieron un cariñoso abrazo grupal, y luego Maddison se dirigió a la parte de atrás de su casa. Cuando se fue, ambos dieron un largo suspiro, se encontraban realmente preocupados. Sara se acercó a su esposo, y éste la abrazó nuevamente para tranquilizarla.
Pero lo que no sabían era que el lugar que creían seguro, tenía puesta una bomba que en unos minutos iba a detonar. Los extorsionistas asesinarían a Sebastián con su familia aunque obedecieran sus órdenes.

La Enemiga De Liu Woods | Homicidal Maddy | ©Where stories live. Discover now