Despiértenme cuando el año escolar termine

Hasta mediados de año todo marchaba dentro de lo que podemos llamar "normal". Buenos días y otros no tanto en la institución en la que laboro, pero nada que interfiriera con mi percepción del pasar del tiempo, es decir nada en particular que me hiciera desear que pasara mas rápido. De igual forma me estaba habituando a ser estudiante universitario una vez mas, después de años de haber abandonado ese rol, ahora en un ambiente virtual de aprendizaje con las implicaciones de un estudio de estas características. Sin embargo, no podría explicarme a ciencia cierta lo que sucedió en agosto, después de regresar de un corto viaje con mi familia.

No sé si el viaje me hizo desear salir de mi zona de confort y cambiar de aires, no sé si eran algunos problemas personales, no sé si la ansiedad y el estrés tomaron el control en ese momento, no sé si era la rutina diaria o la sensación de ciclo cumplido. Pero fue en un día de Agosto cuando en mi celular creé un documento con una cuenta regresiva de las semanas que faltaban para terminar el año escolar, algo que sinceramente desde hacía mucho no tenía necesidad de hacer.

No me olvidaré de ese momento cuando una docente que orientaba Ética y Valores, persona considerada por todos como calmada y paciente, estaba intercambiando palabras soeces con alumnos del grupo del cual yo era director. Fui llamado para mediar en ese altercado, pero  todo lo que pude pensar al presenciar esa inconcebible escena fue: "Esto no debía suceder, no quiero esto en mi vida". La profesora estaba en ese momento de pie al lado de su escritorio, gritando estas palabras y los estudiantes respondiendo de igual o peor manera. Ya había percibido cierto cambio negativo en mi grupo, pero no imaginé en lo que se iba a convertir. Era solo el comienzo de todas esas dificultades, mi grupo había pasado en pocos días de ser el mejor para orientar una clase, a ser el peor.  Docentes con ansiedad y fastidio de tener clase con ellos, algo que caló en mi, me indignó y me provocó distintas reacciones que terminaron en indiferencia después de intentar múltiples estrategias y provocar multitud de dudas que aún tengo. ¿Que pasó? Dónde empezó este problema? ¿Qué exactamente lo causó? ¿Hasta dónde es mi culpa y/o falta de capacidad para "redireccionarlos" positivamente? Hasta mi estado anímico se vio afectado e incluso me atrasé en ciertas actividades de la universidad.

En este ejercicio de reflexión y duda, también consideré las vidas de los alumnos al indagar. Leí sus observadores, hablé con padres, directivas y personal de psico-orientación. Algunas de las historias de los niños son duras y uno como docente a pesar del contacto constante con ellos parece estar alejado de su realidad. Por ejemplo está Gavi*, cuya madre sin hogar (matoneada por sus compañeros de estudios como "limosnera") También Yisel*, a la cual una de sus maestras decomisó una nota que decía que hacía favores sexuales por dinero. La profesora dijo que habían castigado a quien lo escribió por difundir mentiras, pero Yisel no lo negó. Otros niños pueden estar contentos de que nunca sean vistos en su vida fuera del colegio, como Anderson*, quien habría afirmado que de vez en cuando observa participar en una pelea callejera a su padre e incluso el mismo intervendría. Y Lina*, quien además de alegar haber sufrido de acoso sexual por un docente, ya tiene a sus 14 años, una vida de pareja con alguien mucho mayor. De forma tardía, también nos enteramos de casos de muchos niños que tenían discapacidades de aprendizaje, algunas muy graves. 

Una multitud de pensamientos, muchos de ellos negativos, me invadía, haciéndome considerar seriamente renunciar.  Era el momento "perfecto" para irme lejos de ese lugar, viajar, cambiar de trabajo. Incluso pensé en elaborar una lista de concejos que podrían ayudar a mi reemplazo a triunfar donde yo "fallé". Pero el tiempo pasó, llegó el fin del año, casi sin darme cuenta así como empecé a sentir fastidio, empecé a acoplarme nuevamente. No hubo estrategia mágica de por medio. Simplemente opté por hacer un despliegue de uso de herramientas TIC con los conocimientos adquiridos en la maestría y aquellos con los que ya contaba, paciencia y continuos diálogos con los alumnos y sus padres o acudientes. Tan sencillo y a la vez complejo como eso.

Gracias a Dios y quienes siempre me apoyan, el final del año llegó pasando las semanas "aceptando" su flujo normal. Incluso extrañando un poco a mis alumnos. No estoy diciendo que lo solucioné, no es una película como "Freedom Writers" o "Stand by Me" donde llegan maestros enviados del cielo a solucionarlo todo, es más, a muchos estudiantes no hubo mas remedio que expulsarlos. Pero pude concluir que todos los problemas sistémicos palidecen ante la fuente de todos los problemas sociales. Mientras nuestra sociedad y nuestro liderazgo esperan que el sistema educativo revierta por sí solo el legado paralizante de la pobreza a largo plazo, el sistema mismo y los intentos de reformarla están condenados al fracaso. Es porque la posibilidad de acabar realmente con la pobreza parece una posibilidad tan realista como la derogación de la ley de la gravedad.  Aún así, todo puede ser una revelación para quienes no han estado en la escuela, particularmente aquellos que piensan que nuestras escuelas están "fallando" porque los profesores no pueden enseñar, o los administrativos no se preocupan, o el currículo es todo, o las políticas disciplinarias son demasiado estrictas o indulgentes, o debido a las fallas de la política educativa en general.