Bajo el muérdago.

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—Seokjin Hyung...—dije mientras comía helado de menta.

—¿Qué pasa, Jimin?—respondió el mayor algo estresado.

—Me aburro...

—Suenas como un niño pequeño. Simplemente toma tu teléfono y no sé... Has vida social.

—Jin, ya estoy usando mi teléfono.

—Pero no estás haciendo vida social.

—Ay, callate—exclamé mientras me levantaba del sillón de la sala con mis dos litros de helado de menta.

Llegué a mi habitación, dejé el helado en mi pequeña mesa y me lancé en la cama, me quedé mirando hacia el techo sin decir ni hacer nada. De pronto una llamada me llegó.

Hey, nalgón.

¿Qué quieres, Jungkook? Son las dos de la mañana.

Mañana, fiesta en mi casa por navidad, ¿Vienes?

Ay, no lo sé Kook, estaré muy cansado y no creo que...

Irá Yoongi—soltó mi mejor amigo interrumpiéndome.

—Lavaré mi sueter navideño y te veré ahí.

Sabía que vendrías.

—Por cosas como éstas te odio, conejo del demonio.

Y yo a te amo, baby.

Sí, sí, adiós.

Corté la llamada y me senté en el medio de mi cama. Tenía puestas mis pantuflas de conejito rosa y eso hacía que me viera demasiado infantil. De pronto, recordé la primera vez que me enamoré de Yoongi.

Ese tórax sumido, con esos abdominales. Su cabello color celeste completamente mojado. Ese día estaba saliendo de la piscina y lo único que llevaba puesto eran sus shorts de baño. No podía creer lo hermoso y sexy que se veía. Eso si fue amor a primera vista...

De pronto, pude sentir como mis mejillas se tornaron rojas y como todo el calor que sentía subieron hasta ellas. —¡Seokjin Hyuuuung!—grité desde mi habitación llamando a mi hermano mayor.

Al instante, él llegó corriendo con un peine en la mano. —¡Qué pasa, qué pasa, qué pasa!

Yo no dije nada y sólo extendí mis brazos en forma de abrazo.

—Ay, pequeño...—dijo mientras rápidamente venía hacia mí y correspondía mi pedida de abrazo dejando el peine en la misma mesa que el helado. —¿De nuevo Yoonji te hace daño?

Yo cubrí mi rostro en su pecho y rodeé su cuello con mis brazos. —Se llama Yoongi y no, él no me hace daño.

—¿Entonces...?

—¡Es que es tan perfecto!—dije mientras movía mis pies emocionadamente.

—Ay, Jimin...

Luego de unos segundos de silencio me separé de él y había un hilo de saliva que me unía a su pecho todavía.

—¿Por qué estás llorando ahora?

—Es que él jamás me va a noticear, yo soy como un chico más que ni existe—dije sollozando.

—Tranquilo pequeño... Sé que el tal... Yoongi no te conoce, pero, simplemente acércate a él y hablale. Dile lo que sientes y si no te corresponde, ven con tu hermano a llorar todo un día comiendo tres litros de helado porque su crush de el trabajo tampoco lo noticea. Lo que cuenta, es que se lo dijiste—dijo mientras tomaba mi rostro entre sus manos y apretujaba mis mejillas. —Aunque es mejor que vayas descartando esa idea, porque sé que él caerá rendido a tus pies. Sé que Yoongi siente lo mismo que tu, Jimin—Susurró muy cerca de mi rostro.

Bajo el muérdago - Yoonmin (one shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora