Compañero

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Disclaimer:

Harry Potter y sus personajes pertenecen a JK Rowling y sus asociados. Yo sólo me divierto con uno que otro rubio aristócrata.

Este fanfic participa en el festival del grupo WIZARDING⚡️SHIPPERS en facebook. Se acordó que la temática sería 'Kinky'. Mis palabras asignadas fueron: «Hombre lobo», «anteojos» y «juguetes»

Quiero dedicar este escrito a todas esas hermosas personitas del grupo que han llegado a iluminar mis días y a alimentar mi siempre necesitado fangirleo(?). ¡Viva Wizarding Shippers! <3

Pero no puedo no hacer una mención especial a tres personitas:

Clementine, gemela malvada(?). Esto va para ti por tener gustos tan parecidos como los míos; por ayudarme a mantener el Snarry vivo en el grupo y simplemente por aparecer en mi vida <3

Pia... querida, sin ti esto hubiese sido un total desastre jaja. ¡Hiciste un trabajo excelente! Eres un apoyo constante y lo agradezco. Gracias por estar aquí <3

Finalmente, Raquel, española hermosa, fue gracias a tu idea (que ahora mismo ya no recuerdo cuál era jaja) que esto vio la luz. Espero que esto te guste porque la verdad estoy muy nerviosa.

—...—

El sonido de los pasos era amortiguado por la preciosa alfombra de color café bajo sus pies, mas no redujo la velocidad de estos. Tenía sueño, hambre y, sobre todo, una necesidad enorme de refugiarse en su santuario.

Frunció el ceño —lo que no era común en el hombre normalmente feliz y tranquilo— y resopló. Se acercó con decisión hacia la mujer, que recibía a todos los visitantes de él, y se aclaró la garganta. —Buenos días, necesito ver a su jefe —saludó a la secretaria detrás del escritorio.

—Por supuesto, ¿tiene cita?

Remus negó. La mujer frunció los labios y él se sintió palidecer. ¡No podía no recibirlo!

—Verá... —empezó—, es de suma importancia hablar con él...

—Lo comprendo, pero el presidente está en estos momentos en una reunión —le respondió. Sus ojos brillaron con abierta compasión.

Remus suspiró y asintió dos veces antes de dar media vuelta y retirarse.

»¡Espere! —la misma voz lo detuvo. Remus dio media vuelta y le sonrió temblorosamente. Una gran gota de sudor resbaló desde la sien hasta perderse en el cuello de la camisa que portaba—. Quizá podría esperarlo en su oficina, en cuanto llegue le diré que espera por él —ofreció.

Remus meditó la opción. Sí, para ser justos, sería lo más sano, la pregunta era: ¿estaba bien hacerlo así?

Cambió el peso de un pie a otro y asintió, visiblemente tenso.

—Gracias —le dijo, una vez deshizo su camino. En esta ocasión no se detuvo y se internó en el espacioso y bien iluminado lugar. Un escritorio de cristal y acero presidía la estancia, en él, la pantalla encendida del computador se reflejaba, creando formas sin sentido.

—¿Desea que le traiga algo de beber?

—Nada por ahora, gracias —le sonrió y la mujer asintió, abandonado la habitación luego de cerrar suavemente la puerta.

Remus caminó por el aún alfombrado piso y se permitió observar con detenimiento aquella estancia.

Grandes ventanales cubrían dos de las paredes, regalándole una inmejorable vista de la ciudad y sus icónicas construcciones. El Big Ben, el London Eye... ¿Quién hubiera imaginado que estaría allí y, sobre todo, así?

CompañeroWhere stories live. Discover now