Shallow

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Martin respiraba tan pasivamente que realmente no deseaba despertarlo, era la única parte del día en la que permanecía tan sereno. Por aquel momento recorría cada parte de su rostro. Había cambiado tanto desde que eran niños y jugaban ser dentistas y lo tenía tan cerca. Su mejor amigo tenía las facciones marcadas, una barba de dos días, quizás tres y según varias chicas de la universidad era todo un bombón. Isobel no creía cómo el pelinegro seguía soltero a sus dieciocho años.

-Sé que soy guapo, pero ¿podrías esperar hasta las ocho, cuando despierte?-bromeó mientras se sentaba y al hacerlo estremeció a Isobel con su cercanía.

-No seas tonto, venía a decirte que despertaras. Prometiste que en estas tres semanas correríamos hasta el muelle a las siete y no a las ocho-quitó las sábanas de Martin y abrió las cortinas, permitiendo que los rayos del sol entraran en la habitación provocando molestia en Martin.

-Bien, sin más remedio bajaré a desayunar. Buenos días mi lady-depositó un beso en la frente de Isobel.

Ella sonrió, Martin había despertado de buen humor esa mañana. Sin embargo había quedado algo pensativa. Martin nunca la había puesto nerviosa con su cercanía ni con su tacto, pero extrañamente esa mañana había sentido algo por Martin y por eso su cuerpo había reaccionado de esa forma. Tenía el presentimiento de que no era nada bueno, pero decidió ignorarlo por completo.

Se dio cuenta que no era algo normal cuando notó que olvidó decirle a Martin que su madre se había ido al trabajo por la noche, tenía un turno de noche en el hospital.

Bajó las escaleras y lo vio en la mesa comiendo cereal mientras tenía en la mano izquierda la nota de su madre donde decía que hubo una emergencia en el hospital.

-¿Sabes cuándo vuelve? -elevó sus grises ojos hacia Isobel y ella se perdió en ellos por un momento.- ¿Me salió un grano?-Martin sonrió en modo de broma.

Isobel reaccionó al instante y se reprendió a sí misma, esta mañana había despertado algo extraña.

-Sí, uno tan grande como tu torpeza-arregló con una broma mientras subía nuevamente las escaleras-y sí, Tish tuvo turno extra, regresa al medio día. Voy a bañarme, en diez minutos salimos.

Martin la miraba con desafío ante la broma, pero no dijo nada y siguió comiendo su cereal. Se quedó mirando su tazón pensado que algo estaba raro en Isobel esa mañana, pero pensó que estaría en sus días y no le tomó importancia.

Isobel meditó en el baño lo extenuante que era el trabajo de la mamá de Martin, Tish. Desde que los padres de Isobel y el padre de Martin murieron en un viaje de negocios, ella se había hecho cargo de ella y verla tan cansada de luchar porque nada le faltara, hacía que le tuviera el cariño de una hija.

La chica dejó caer el agua en su cabello mientras masajeaba su cuero cabelludo con Shampoo, y cuando lo enjuagó miró hacia sus talones y se asustó al ver que había mucho cabello en el suelo de la ducha.

El cabello se le estaba cayendo, quizás el estrés de la universidad lo había provocado y apenas se había dado cuenta de ello.

-¿Entonces no quieres aprender a nadar?-Martin señaló el mar desde el muelle-Sentirte como un pez y ser electrocutada por una mantarraya-le pellizcó la cintura haciéndola reír y mientras lo hacía cayó al mar, perdiendo el equilibrio. Isobel gritó al no saber nadar y hacía lo posible por respirar, pero parecía ahogarse en vez de conseguirlo.

Martin saltó al instante y la tomó en sus brazos y como pudo la sacó a la orilla del mar. Isobel temblaba, había tragado agua pero nada que la pusiera en peligro.

-He sido un tonto, perdóname.

La abrazó fuertemente, de manera protectora.

-Te he dicho que le tengo miedo al agua-bajó la voz, casi como si hablara para sí misma-desde el accidente de nuestros padres.

Martin no recordaba lo sensible que era el tema para Isobel aún, y al ver que sus ojos se aguaron un poco la abrazó y le susurró-Lo siento Mi lady, he sido un tonto, realmente un tonto.

Por un momento ella volvió a sentirse segura, bajo el abrazo de su mejor amigo, por el cual estaba sintiendo algo extraño cada vez que la tocaba y por un instante ella deseó quedarse allí, con Martin. Pasaron diez minutos y ella parecía haberse relajado un poco y él lo notó al darse cuenta que se había dormido. Le pareció tierna y comenzó a acariciar su cabello, y recorrió su rostro que había dejado de ser pálido en el verano y mientras lo hacía pensaba lo tonto que había sido y que todo era su culpa.

Un anciano que pasaba por ahí les gritó:

-¡Que linda pareja!-silbó y se alejó.

Martin se puso nervioso cuando las personas que pasaban por la playa murmuraban que eran muy tiernos. Aquella idea era absurda, él nunca había visto a Isobel con otros ojos. Y al sentirse incómodo decidió despertarla.

-Despierta Mi lady, que pronto es mediodía y mi madre llegará pronto a casa-Ella despertó.

Eran las nueve, faltaban tres horas. Lo que realmente quería era que las personas que pasaban por ahí no lo incomodaran con algo que no era así. Muy en el fondo temía que lo fuera.

Al volver a casa en el taxi, ambos estuvieron callados, guardando un secreto en común.

El rejoj marcaba las doce en punto del mediodía y cuando Tish abrió la puerta el aroma a pizza la tomó desprevenida.

-¡Chicos ya llegué! Lo que sea que hayan hecho debe estar delicioso.

Isobel acababa de sacar la pizza del horno cuando Tish apareció en la cocina.

-Hola Tish, ¿Qué te parece una pizza de pollo con hongos?-sonrió ofreciéndole una rebanada.

-Se ve exquisita-la mordió después de soplar-yloestá.

-¿Martin?-dejó la pizza en un plato cerca y miró a la pelirroja un poco más seria de lo normal y debajo de esas ojeras Isobel temía que ella no era la única con un secreto.

-Recibió un mensaje tuyo y se fue a hacer las compras de supermercado. Tardará como tres horasya sabes es Martin-sonrió-lo extraño es que no me lo pediste-Tish la interrumpió.

-Tengo cáncer.

Hubo un largo silencio entre ambas. Isobel vio su mundo desmoronarse por un instante, había perdido a sus padres y no podía perder a Tish.

-Me alarmé cuando comencé a perder cabello.

Isobel recordó y todo tuvo sentido, solo que no era su cabello era de Tish que lo había comenzado a perder.

-Hice quimioterapia y por eso empezó a caerse, cada vez más. Pero no ha funcionado, Isobel. Me quedan dos meses de vida-No lo dijo como si le entristeciera, lo dijo como si fuera de hierro y no le afectara.

Luego de no poder decir nada Isobel pudo decir-Martin-casi como un susurro.

Tish puso ambas manos en su cabeza y miró a su alrededor como si alguien la estuviera observando. Se acercó a Isobel y la tomó de los hombros, no lastimándola, pero logrando su objetivo de captar su atención, diciendo lo que nunca esperó escuchar de la madre de su mejor amigo:

-Martin no lo puede saber Isobel, debes prometer guardar este secreto-La miró como si estuviera a punto de llorar, pero Tish no lo haría. No después de lo que ha pasado.

Isobel se soltó inmediatamente de su agarre, para ella Tish se había vuelto loca. ¿Cómo no decirle a Martin que cada vez que viera a su madre irse a dormir podía ser la última? Estaba fuera de sí y no pudo contener más las lágrimas.

-Se lo diré, así sean dos meses. Debemos aprovechar cada segundo-sacó su celular con intención de llamar a Martin, pero Tish se lo arrebató de las manos.

-Lo tiene que saber-Isobel estaba furiosa ante la poca cordura de Tish.

-Martin no lo puede saber, si se entera lo pueden asesinar- aquellas palabras fueron como una ráfaga de fuego en el corazón de Isobel-y a ti también.

Por fin la dama de hierro derramó una lágrima, la única.

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⏰ Última actualización: Dec 29, 2018 ⏰

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A secret I don't wanna hideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora