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Sería fantástico que todo esto fuese un sueño

Aún continúo soñando contigo

Le quito el polvo a estos viejos recuerdos

Como si regresara a casa por algo que olvidé

Abrió los ojos.

Lo pesado de sus parpados apenas le permitían mantener sus ojos abiertos, pero no por cansancio o sueño, era simplemente él mismo deseando conseguir dormir, y por un momento deseó que el colchón bajo su cuerpo lo absorbiera por completo, asfixiándolo.

Pero era imposible.

Movió su cuerpo con torpeza hasta incorporarse y se sentó al borde de la cama, sin ver nada y sin pensar en nada, solo permaneciendo inmóvil, deseando nada. Una repentina calidez se albergó en sus mejillas distrayéndolo; el frío pronto lo remplazó y posó su mano en una de ellas encontrándose con el recorrido húmedo creado por sus lágrimas.

No estaba sorprendido.

Ocurría siempre luego de abrir sus ojos.

Como un amargo recordatorio de lo que perdió.

Con dificultad se puso de pie y caminó por la habitación borrando en el camino los rastros de su dolor.

Al final fuiste tú quien me enseñó

Que existe un tipo de felicidad que sólo vives una vez

Mi oscuro pasado, que no conté y que oculté

Seguiría igual de oscuro para siempre si no fuese por ti

Se acercó al refrigerador de manera mecánica y negó levemente recordándose lo distraído que era. Tomó asiento en el desayunador y apoyó su mentón en su mano, con la vista en el reloj en la cocina. Desde que todo había ocurrido notó lo relativo que era el tiempo en realidad, y lo pesado y vacío que podía ser cuando se perdía lo único que te aferraba a seguir intentando.

El minutero se había vuelto tedioso para él y habría tirado el reloj a la basura de poder hacerlo, pero algo así seguramente lo notaría. Suspiró sin ánimos y el vacío lo envolvió de nuevo. Fijó la atención a la puerta cerrada al fondo del departamento, a la habitación que esquivaba constantemente y donde maldijo cuando todo había empezado.

Donde él había vuelto a empezar.

Cerró sus ojos por una dolorosa punzada en la cabeza y se puso de pie contra su voluntad, avanzando torpemente hasta ese cuarto. Apoyó su mano en la pared a lo largo de su caminar y cruzó la puerta de la habitación refunfuñando. Del otro lado ya no había una cama donde antes estaba, ni tampoco un solo rayo de luz ingresaba por el cristal. Solo había una estructura de madera una que lo calmaba, donde había una fotografía de una figura joven y sonriente.

Quien le enseñó a vivir luego de haber caído.

Se corazón se contrajo y una nueva punzada se envolvió en él. Sabía que, de ceder, ella no se lo perdonaría, aunque ya no se pudieran ver. Se asió a lo único que vibraba en su corazón, y con una súplica se relajó, aferrándose a la imagen de quien perdió.

No deseaba caer a la agonía y el temor, sabía que, de hacerlo, las consecuencias lo abrasarían otra vez. Buscó calma y suspiró, si se concentraba lo suficiente no tenía porque sentir que se perdía de nuevo, envuelto por la oscuridad que lo tragaría hasta desaparecer.

Me a MemoryWhere stories live. Discover now