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La humanidad ha estado soñando por años con su libertad, con poder tener una vida más allá de las enormes murallas, nadie sabe lo que hay, ni siquiera sabemos si existe vida afuera; por este mismo tiempo hemos estado peleando con seres impotentes los cuales no parecen tener inteligencia, las cosas se han complicado con el aumento de muertes con nuestro antiguo comandante, sin embargo, todo tuvo un giro y mejorías desde que Erwin tomó el mando y ahora en las expediciones contamos con mejores tácticas de ataque, más expediciones y nuevos líderes de escuadrón.

Mil ideas surgen por mi cabeza. Esta carta no tiene destinatario. Su remitente está perdido. En realidad no tengo la menor idea de donde estoy en este momento, quisiera regresar a casa y volver a vivir como lo era antes. En paz.

Hace unos días me encontraba en una expedición fuera de las murallas, era un día lluvioso, la vista era borrosa como para saber en especifico en donde nos estábamos, sin embargo, calcular el tiempo es una de mis mejores habilidades y según mi teoría ya nos encontrábamos cerca de la tercer aldea en ruinas, eso quiere decir que nuestra ubicación se encuentra ya muy retirada de las murallas. Perdí de vista a mi equipo, quedando cabalgando sin rumbo.

Llegué a lo que parecían ser las ruinas de una aldea, la cual  yo desconozco, quiero pensar que estuve dando vueltas en círculos desde hace unos veinte o treinta minutos, y me encuentro en el mismo lugar donde supuse que estaría, la tercer aldea, cuyo nombre he olvidado; pasé a dejar mi caballo en los establos y lanzar una bengala de ayuda; no recibí respuestas, lancé la segunda, a lo que tampoco me respondieron. Decidí guardar mi tercer bengala y explorar el lugar, hasta que llegué a lo que parecía ser una torre.

La he decidido ignorar y entrar cuidadosamente a una de las casas en ruinas que se encontraban cerca, me senté en lo que parecía ser un comedor, las sillas aún eran lo suficientemente fuertes como para aguantar a una persona cada vez que decidiera sentarse a comer o a charlar algo, parecían nuevas, sin embargo, sabemos que no lo eran. Me habría sentado a reflexionar, y ha sido como he comenzado a escribir está carta, o mejor dicho, un diario relatando todo lo que estoy pasando, tal vez para evitar volver a perderme en un futuro, aunque sé que no volverá a pasar; soy lo suficientemente lista como para volver a perderme y pasar por esto una segunda vez.

No me he presentado desde ya hace unas cuantas (o muchas líneas), en realidad, no tiene tanta importancia, si llego con vida dentro de las murallas, estoy segura de que nadie leerá esto a excepción de mi; pero si llegara a morir aquí, esto servirá lo suficiente para identificarme y saber todo lo que tuve que pasar, tal vez igual sirva para tomar otras medidas de precaución para las futuras expediciones que se lleguen a realizar. Mi nombre es Erika Stark, obviamente formo parte del cuerpo de exploración, y como todo mundo sabe, soy líder de escuadrón (es por eso que me he decepcionado de mi misma) tengo veintiséis años y no he visto a mi familia desde hace ya tres años, tal vez esta sea una señal para que valla a visitarlos.

Después de que la lluvia se detuviera salí de la casa y me dirigí hacia mi caballo que se encontraba en el establo, aún tengo de todo, municiones, agua y algo de comida que siempre empaco; subí a mi caballo y en cuanto intenté salir de ahí para buscar a mi equipo y reincorporarme a la expedición, un titan de aproximadamente 10 metros se acercaba a nuestro punto de ubicación. 

Los caballos para las expediciones están perfectamente entrenados para no asustarse cuando algo repentino pase, en este caso, la aparición de un titan. El caballo se detuvo en cuanto se lo indiqué, y el titan, como si yo se lo hubiera ordenado, también se detuvo. Ordené a mi caballo retroceder unos pasos, para así ocultarnos bajo el techo del establo y esperar a que el titan se alejara, si de una de nuestras estrategias se trataba, la orden era no pelear sólo si es necesario, sin embargo, el titan no se alejó, permaneció ahí por mucho tiempo; pasaron al rededor de diez o quince minutos, cosa que comenzaba a hacer que mi paciencia se agotara y quisiera salir de ahí con mi caballo a un paso veloz, pero si lo hacia podría que este titan llamara la atención de los demás y me siguieran por todo el camino. Aún permanecí debajo del establo, unos minutos más, el caballo comenzaba a desesperarse, y el titan sólo se había movido un par de pasos por el mismo sitio, comencé a pensar que por más que esperara, el titan jamás iba a cambiar de sitio; ¡Mierda! que esto comenzaba a desquiciarme cada vez más.

The lost heroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora