LULLABY FOR A BROKEN HEART

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Amiga. Su amiga. Nada más que eso.

En su cabeza se reproducía una y otra vez esa palabra con la que el apuesto modelo la rechazó tras confesar sus sentimientos. Después de años de silencio, Marinette había conseguido reunir el valor necesario para decirle lo que sentía, y él en menos de cinco minutos, la desestimó al apartarla gentilmente a su altar de honor: la amistad.

Daba gracias que ya no era una quinceañera indecisa e insegura, pues así pudo encajar de mejor forma ese descarte del que consideraba el amor de su vida. Aunque, a decir verdad, la manera en que decidió consolarse, no era ni de lejos la más acertada.

La misma noche de su confesión, optó por acercarse a uno de los bares de las afueras de su vecindario; adentrándose sin prestar atención a la gente que la rodeaba al ir directamente hacia la barra.

- ¿Te pongo algo, preciosa?- cuestionó el camarero con una sonrisa coqueta.

Ella lo miró furibunda, alzando dos dedos en una actitud cortante.

- Una de Bourbon y otra de Vodka.

- ¿Ya podrás tú sola con eso?- alegó con una sonrisa burlesca.

La muchacha lo observó con una expresión iracunda, mostrándose reacia a los comentarios de aquel impertinente.

- ¿Y tú vas a servirme o tengo que hacerlo yo misma?

El castaño revoleó los ojos, tomando las botellas en silencio para luego servir dos copas a la joven.

Marinette no era una chica que soliera beber, aún a sus veinte años intentaba limitarse a las fiestas o compromisos familiares. No obstante, en esos momentos en que su mundo parecía desmoronarse, necesitaba algo que achispara sus ánimos.

- Maldito Adrien Agreste...- farfulló por lo bajo, dando un trago-. ... Ojalá te parta un rayo y quedes incapacitado.

- Vaya, qué buenos deseos para un amigo.

En cuanto esa voz se filtró por el canal auditivo de la joven, toda ella se estremeció. Quedando inmóvil en su posición con el vaso sostenido en el aire.

« Por dios, dime que no voy a tener tan mala suerte... »

Poco a poco, fue virando el rostro, encontrándose la sonrisa de revista del que hacía que su pulso se acelerara y su realidad se distorsionara al hacerla caer en ensoñaciones de un futuro imposible.

Al darse cuenta de su estado de ensimismamiento, negó de lado a lado, sonriendo con falsa amabilidad a su compañero.

- A-adrien, qué alegría verte.- saludó con una risita nerviosa, rotando el torso hacia él-. ¿Qué haces aquí?

- Necesitaba pensar.

El susodicho se acomodó en uno de los taburetes contiguos a los de la fémina, haciendo un gesto al camarero para que le sirviera un trago de ron.

- ¿Pensar?- indagó ella, fijándose en como el rubio tomaba su vaso y bebía de su bebida-. ¿Sobre qué?

El varón se humedeció los labios, ojeando de refilón a su acompañante en una postura relajada.

- Supongo que en lo mismo que tú.- indicó con elocuencia, apoyando los codos sobre la barra-. Aunque yo no voy maldiciendo a mis amigos por ello.

« Ahora mismo quisiera morirme... »

- O-oye, lo que has oído...

- Tranquila, lo entiendo.- interrumpió en un tono suave, rascándose la nuca-. Yo... También he estado en tu situación.

[ADRINETTE/MARICHAT]               ×LULLABY FOR A BROKEN HEART×Where stories live. Discover now