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BaekHyun se encontraba tumbado sobre la cama de su habitación, por fin descansando del extenuante trabajo que habían tenido durante una semana completa; conciertos, entrevistas, programas de variedades y otras cosas que volvían locos a todos los miembros de EXO, incluído.

Algunas veces, por un momento en su mente, una pequeña parte de él que era influenciada por el gran estrés y el cansancio, deseaba volver atrás en el tiempo y disfrutar de una vida normal, como lo era antes de debutar. Libre de cámaras, sasaengs que los persigan e inviadan su privacidad. Salir a la calle sin ser reconocido y armar un revuelo en plena civilización.

Pero el BaekHyun alegre y 'descansado', amaba lo que hacía. A sus fans, que eran los que le daban ánimos de continuar, y por supuesto también a sus compañeros. No cambiaría aquello por nada en el mundo. Todo el amor que recibía era bienvenido y devuelto con más amor por su parte, y también por los demás miembros. Pero en ocasiones, la presión de la agencia y la sociedad en general, lograban sobrepasarlo y allí era cuando no tenía ánimos de abandonar su cama por un buen tiempo.

Perdido en sus pensamientos, no oyó cuando llamaron a la puerta de su cuarto. Luego de unos segundos se abrió, dejando ver a un alto pelinegro.

—Hola, Hyung. JunMyeon Hyung pregunta si tienes apetito. Pedimos pizza.

—No gracias, SeHun-ah. Estoy bien.

Bienestar era lo último que sentía, y SeHun lo notó. Después de más de seis años siendo compañeros y amigos, casi hermanos, ambos aprendieron cosas del otro que tal vez ni ellos conocían de si mismos.

—No me mientas, Hyung. Se aprecia tu cara de amargado desde aquí —bromeó, intentando que BaekHyun siquiera esboce una pequeña sonrisa, pero no sucedió.

Cerró la puerta, acercándose hacia la única cama de la habitación y se sentó junto al cuerpo del mayor.

—La verdad es que no —susurró.

—Eso lo puedo notar. Pero ahora dime, ¿qué sucede?

BaekHyun dudó un momento, pero se aclaró la garganta para soltar lo que le atosigaba. Nunca le costó expresar sus sentimientos. De hecho, solía buscar a ChanYeol o a KyungSoo para hacerlo y recibir consejos, críticas o regaños de su parte. Esta vez, sintió una ola de confianza abordarlo, que podía contarle a SeHun lo que quisiese. Normalmente, no tocaban temas sentimentales.

Tomó una respiración profunda para comenzar.

—Últimamente estoy muy estresado. Siento que no tengo privacidad en ninguna parte... —se reincorporó en la cama y prosiguió. —extraño a mi familia, y no...— una lágrima descendió por su mejilla. La mayoría de las veces, cuando compartía sus preocupaciones, terminaba con los ojos llorosos. O llorando, en el peor de los casos. A veces, detestaba el llorar con facilidad. Pero la vida de un idol no era sencillo, no todo era de color rosa.

—Oye, Baek, sé cómo te sientes. Existen momentos en los que sentiremos piedras gigantes sobre nuestros hombros y querremos mandar todo al diablo, pero no debes olvidar que no te encuentras solo... estaremos los ocho siempre para lo que necesites, y por supuesto muchos exo-l que te aman —apoyó su mano en el brazo del mayor y lo acarició, brindándole consuelo.

No se consideraba bueno dando palabras de aliento, pero haría lo lo posible por hacer sentir mejor a su Hyung.

Siempre dijo que lo suyo era demostrar con actos más que palabras, así que le dio a BaekHyun lo que consideraba que necesitaba en ese momento: un abrazo.

Envolvió sus brazos alrededor del chico con la mirada cristalizada y lo atrajo a su cuerpo, encerrando a los dos en una cálida sensación familiar.

BaekHyun suspiró, mientras apoyaba su cabeza en el pecho del contrario. Ese acto que para algunas personas era tan insignificante, a él lo llenaba de paz. El lío de su cabeza se deshacía, solo estaba él y esos brazos que le transmitían consuelo.

No se contuvo y comenzó a sollozar en su pecho. SeHun seguiría allí para calmarlo.

𝓗𝓾𝓰 𝓜𝓮 [ꜱᴇʙᴀᴇᴋ]Where stories live. Discover now