Di que sí

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Dios santo, ¿cuándo habían empezado a complicarse tanto las cosas? Todavía en agosto se sentía a gusto estando cerca de él. El día de la fiesta de su hermana fue cuando se dio cuenta de que las cosas entre ellos habían cambiado... al menos para Bianca. Jugando a la botella le había tocado a Thomas besarla en la mejilla. Todos se rieron por la manera en que ella se ruborizó, pero nadie imaginó que era porque Bianca estaba enamorándose de él.

A veces ella creía que también le gustaba, a veces la abrazaba y la cuidaba y sentía que la miraba de forma especial, pero Bianca temía que solo fueran alucinaciones. Temía que Thomas le gustara tanto que hubiera empezado a imaginar que él se sentía de la misma forma.

Sus sentimientos se estaban saliendo de control: le sudaban las manos, sentía escalofríos y se ponía de nervios cada vez que lo veía. Además, se había puesto celosa en varias ocasiones de sus amigas por tener la atención de él. Los amigos de Thomas ya se habían dado cuenta de la atracción en un solo sentido que había, pero no estaban seguros de quién era el enamorado.

Hacía seis meses le confesó que le gustaba, pero lo hizo por Snapchat (¡Por Snapchat, Bianca!) recalcando que era una "ligera atracción". Bianca le dijo que podía dejar de quererlo de esa forma si ella quería, que no estaba tan perdida y Tom no dijo nada, así que lo intentó. Después se enteró de que él pensó que solo fue un chiste. Bien. El problema fue que por más que intentaba olvidarse de él más se enamoraba, más caía lentamente, y los bellos ojos castaños de él más su distraída personalidad no ayudaban para nada.

Pero hoy se acababa, hoy se iba a dejar de babosadas, no era la primera vez que salía sola con él y ella de verdad esperaba que no fuera la última. Star Trek se estrena este fin de semana y quiere con él, no como cuando vieron Frankenstein o Star Wars, esta vez sería diferente.

Ahí está, dentro de la biblioteca de la facultad, leyendo Entrevista con el Vampiro por enésima vez. El corazón le late a Bianca al mil por hora. Entra a la biblioteca y toma asiento frente a él, poniendo su mochila en la mesa. Sabía que la voz le fallaría, así que viene preparada.

—Hola Thomas. —La voz le sale en un graznido, como si estuviera ronca. Lo sabía.

—¿Te sientes bien?

Bianca no contesta, solo saca una ficha bibliográfica y anota las palabras: «¿Vas a ir a ver Star Trek?».

Cuando se la da a Thomas él sonríe, saca un lápiz de su propia mochila y escribe: «No hay manera de que falte 🖖». No puede ser. Le devuelve el papel con un dibujo del saludo vulcano. Oh, ese chico.

«¿Quieres ir conmigo?» Dice la nota que Bianca le pasa a continuación. El corazón se le va a salir por la garganta.

—Siempre que quieras —responde Thomas en voz alta y con una sonrisa. Claro, no había manera de que dijera que no, ahora viene lo bueno.

Bianca saca otra ficha y garabatea algo entendible a pesar del temblor de su mano: «¿Como mi novio?».

Di que sí, di que sí, di que sí, di que sí, repite una y otra vez en su cabeza. Por favor, Tom, di que sí.

Thomas medita unos segundos, incapaz de decir o hacer nada. Al intentar hablar la voz le tiembla, por lo que se encorva sobre la ficha y escribe rápidamente sin dejar que Bianca vea.

«Sí, siempre que quieras, Bianca». Cuando voltea a verlo Thomas hace el saludo vulcano y ella hace lo mismo.  

Di que síWhere stories live. Discover now