Posesión Demoniáca «South Park» [Dip]

Propiedad Demoniaca

El tiempo no era lineal en el Infierno, en especial si lo comparaba con la Tierra. A veces tomaba giros y espirales bien cerradas para que las almas de los condenados perdieran la razón. Cuando se nacía en una realidad así, donde el ayer, el hoy y el mañana se confundían fácilmente en la repetición morbosamente monótona, cualquier otra cosa terminaba siendo confusa. La Tierra era extraña, las memorias y recuerdos de eventos únicos eran anomalías para él, la montaña rusa de emociones que se podía experimentar era lo extraño. Cuando se nacía en el Infierno, todos los pecados, obscenidades y perversiones eran normales y las virtudes, noblezas y purezas se volvían un tabú extraño e incómodo. El espiralado tiempo infernal volvía todo aburrido, siglos y siglos de aburrimiento hasta amortiguar los sentidos.

Su mente volvía constantemente al tiempo en que vivió en la Tierra. En como cada día era diferente en los más pequeños detalles y grandes eventos podían acontecer fácilmente. Cumpleaños, risas, soledad, venganza... Tantas cosas.

Pero de eso había pasado incontable tiempo infernal, en especial cuando debía viajar de una dimensión demoniaca a otra, aceptando su entrenamiento como Príncipe Infernal. Ya no era un niño, había visto el fuego de la batalla, el caos de la muerte y la letanía de la guerra eterna. En la Tierra solo habían pasado semanas, meses tal vez, si se apareciese ahí nadie lo reconocería a menos que tomase la forma del niño que fue, pero ¿Era eso lo que quería?

Damien negó en silencio, hasta él sabía que lo agradable de los recuerdos que tenía de la Tierra estaban florecidos por el tiempo que había transcurrido hasta volverlos una fantasía muy lejana a la realidad. El aire no podía ser tan refrescante, el cielo tan azul ni la vida mortal tan memorable ¿Verdad?

- Joven Amo. –saludó uno de los guardias, custodiando una de las salas de recreación en el castillo de su padre.

Bien...

Eso era algo nuevo.

Su mirada recorrió el pasillo y notó que no era el único salvaguardando el lumbral, habían alrededor de veinte demonios de diferente tipo y tamaño ansiosamente merodeando, como si esperasen su turno con anhelo, relamiéndose las fauces y visiblemente excitados. Damien rodó los ojos y se cruzó de brazos.

- ¿Otra de las orgías de mi padre? –preguntó irritado, agradecía que hubiese escogido uno de los lugares que mantenía el sonido adentro.

No le importaba que en términos demoniacos "estuviese en edad" de querer participar en actividades así y que fuese normal entre los demonios el incesto y otras depravaciones, pero él encontraba asqueroso pensar en la vida sexual de sus progenitores, mucho más oírlos o verlos.

- No, Joven Amo. –el guardia se movió inquieto- Su padre no... no está ahí adentro.

Damien ladeó el rostro.

- ¿Vinieron mis hermanas...?

Técnicamente la mayoría de demonios eran sus hermanos, después de todo él era hijo de Lilith, la engendradora de demonios. Pero cuando se refería a sus hermanas hablaba únicamente de quienes cargaban con más fuerza el legado de su madre: las súcubo.