Capítulo I

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Esto andaba rondando por mi cabeza desde que vi el capítulo 15 de la temporada 14, así que aquí los dejo:

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El reloj hacía tic-tac en la pared, marcando de las 02:00, la luz de la luna se había encontrado un espacio, un resquicio por el cual colarse en la ventana, y ahora yacía allí, tocando levemente el piso de madera frente a él, las motas de polvo danzaban ante sus ojos, al azar.

Su dedo giraba perezosamente sobre la mesilla donde estaba su libro, haciendo una espiral o mejor dicho la espiral áurea; la sucesión infinita se reproducía en su mente 21, 34, 55, 89, 144, 233, 377, 610...

Contaba cada número en el proceso; ni aún así pudo deshacer el pensamiento anudado a la superficie de su mente.

"Spence, uhmm, yo... yo siempre te he amado. Y siempre me ha dado miedo decirlo. Y sé que es algo demasiado complicado para decirlo ahora. Lo siento, tenías que saberlo".

Su voz se reproducía en su cabeza –y era en esos momentos que odiaba pero también amaba a su memoria- ¿cómo podía ella decir tal cosa?

Desde ese día no había parado de analizar internamente cada una de sus palabras, desde el contexto lingüístico hasta sus microexpresiones; como en su mirada se notaba el miedo, el pánico de que uno de los dos podía haber muerto allí mismo, y la manera en la que apartó su mirada, avergonzada... Y el estallido, la detonación de su arma que culminó tan atroz en inverosímil circo.

No habían cruzado muchas palabras desde entonces, un día después de tal revelación erala boda de Rossi, para ninguno de ellos tenía sentido hablar de ello, pero al verla llegar del brazo de Will, no supo interpretar sus propias emociones; ella parecía aferrarse a su esposo, pero no de una manera natural, usual, no, ella se aferraba a Will como si se podría desvanecer, dejándola allí, para encararlo. Parecía aferrada a lo más estable que tenía en su vida –y con razón- se dijo.

No pudieron evitar mirarse de soslayo, preguntándose tímidamente si de ahora en adelante así serían sus intercambios, tensos. Y a él se le hizo un sabor amargo en la boca, la timidez ya no existía entre ellos desde hacía tiempo, no después de aquel partido de fútbol. Las palabras de Emily pronta y equívocamente atravesaron sus oídos, se establecieron en su interior, dejándolo aún más confuso sobre sí mismo, más de lo que ya se sentía. Había querido dejar el lugar, de hecho, lo necesitaba, pero algo en su interior –tal vez su nobleza- no se lo permitió.

Pronto, ella estuvo a su lado, queriendo iniciar una torpe e incómoda conversación, la sintió lejana e inalcanzable, son sus disculpas y sus dedos moviéndose nerviosamente. Volvió a preguntar "¿Verdad o reto?" –y ahora se reprendía- después de lo que parecía una eterna tortura silenciosa, ella respondió "Verdad" ¡Y allí estaba! ¡Necesitaba escucharlo de sus labios! Una vez más... o por primera vez, por primera vez fuera del agua y en calma, y luego Emily había venido mágicamente, y al rescate, que parecía ser sólo para Jennifer, y terminó siendo para ambos.

Y así había sucedido todo, desde ese momento se sentía en una burbuja, una que no quería por temor a lo de allá fuera, tenía miedo...Y en la soledad de su sala de estar se dio cuenta del porqué.

Temía no ser amado, sí, él, el chico torpe que había crecido prácticamente solo, algunas veces con su madre velando por su bienestar, y muchas otras quedando a la deriva mental de una enfermedad que dominaba cada resquicio de la mente de Diana. Se había acostumbrado a ser olvidado, a ser dejado a un lado. Ese mismo chico que había perdido a todo cuánto él llegaba a estimar –Elle, Gideon, Emily, Morgan, Hotch- y hasta su más grande amor: Maeve.

Y por primera vez en mucho tiempo, volvió a llorar por el recuerdo de un alma tan preciosa, de una voz tan pura y real.

Volvió a llorar porque fue ella –después de su madre- quién lo amó sin condiciones, sin haberlo conocido más allá de sus cartas, sus pensamientos y su voz, y se preguntó –como millones de veces antes- ¿Cómo alguien podía amarlo de tal manera?

Porque amarlo como lo amaba su madre, aún con todos sus destrozos, era incondicionable, carente de sentido e irónicamente tan cuerdo. Porque amarlo como lo había amado Maeve era único, inefable, étereo y mondo... Porque amarlo como pretendía Jennifer, era inconcebible y para él anhelable.

Su lógica falló, su lado filosófico entró en escena debatiendo a su raciocinio.

"¿Qué era el amor?"

¿Qué era, si no la necesidad de sentirse importante? ¿Era acaso algo tan amorfo como completo? ¿Era acaso la constante que le daba sentido al universo? ¿La inherencia del todo? ¿Y qué tal si era el contrario que era tan aceptado, el ajeno que era tan propio? ¿Era acaso aquello que hacía que todo girara y a la vez se detuviera?

Porque a su parecer el amor, después de todo, se sentía como algo más que hormonas y reacciones a ciertas circunstancias y personas; porque amar, era después de todo, ver aún cuándo las luces estaban apagadas; porque el amor era, después de todo, un eterno presente aún cuando todos se desvivían por un futuro exponencialmente incierto, inexistente.

Se había mareado entre tanto lío mental en el que se sumergió y en el que poco a poco se estaba ahogando, dejó de lado el patrón que ahora, inconscientemente volvió a trazar con su dedo. Se dirigió a la cocina, tratando de limpiarse los rastros de las lágrimas que habían descendido por sus mejillas, y se preparó una taza de café, luego de un momento reposando su cabeza contra la encimera, la tetera silbaba anunciando que el agua estaba hirviendo, al unísono con su móvil que timbraba en la mesa de café, anunciando una llamada entrante.

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⏰ Last updated: Mar 27, 2019 ⏰

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El pensamiento inmarcesibleWhere stories live. Discover now