PARTE UNICA

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—Y bien, ¿qué te parece?

Levanté la vista de mi revista y la dirigí a Jaehyun. El aire se me cortó. El esmoquin negro se adhería a su largo perfectamente. Giró sobre sí mismo, dejándome apreciar los detalles de las prendas, como las solapas de la chaqueta de seda negra, o los botones del mismo color de la camisa blanca.

¿Qué le podía decir? ¿Qué iba a ser el novio más guapo de la historia? ¿Qué su prometida sería la mujer más afortunada del mundo?

Forcé una sonrisa, esperando que Jaehyun no me pillara.

—Estás muy guapo. Quizás más que la novia.

Soltó una carcajada varonil, de esas que le hacía tirar la cabeza hacía atrás provocando que los mechones castaños de su pelo se movieran. Lo conocía tan bien que podía diferenciar cuando utilizaba una risa o cuando otra. Cuando era auténtica y cuando fingida. Podía presumir que conmigo había tenido más que con EunJi, su futura mujer. O al menos eso intuía.

EunJi era la mujer más seria y estirada que conocía. Su pasatiempo favorito era desperdiciar hasta el último won de la herencia de Jaehyun.
Sinceramente nunca comprendí que le vio a ella.
Quizás tuviera algo que ver con que era la chica más guapa del instituto, que es cuando empezaron su relación. Y casi siete años después seguía manteniendo un físico envidiable.

—Señor, ¿todo le gustó?

La costurera me sacó de mi trance y aparté la mirada del rostro de Jaehyun. Él y yo éramos amigos desde que mi memoria era memoria. Sus padres vivían a una casa de distancia, por lo que nos criamos prácticamente juntos. Nunca nos habíamos separado, ni siquiera cuando fuimos a la universidad, dado que terminamos, por casualidad del destino en la misma. Incluso con la llegada de EunJi a su vida, nuestra relación seguía siendo igual de fuerte que siempre, lo que parecía no gustarle mucho a su estirada prometida.

Jaehyun terminó de revisar el traje con el que iría al altar y se dirigió a los probadores para regresar con sus vaqueros desgastados, una camiseta blanca y su chaqueta de cuero. Aquel sí era mi mejor amigo. Era guapo con lo que se pusiera, pero con su estilo despreocupado conquistaba a cualquiera por delante.

—¿A dónde quiere ir mi preciosa madrina? —Inquirió pasando uno de sus brazos por encima de mis hombros.

Me sentía un tanto ridícula a su lado. La gente, sobre todo la parte femenina, nos observaba como preguntándose: ¿cómo puede estar él con ella? Jaehyun medía 1.80, sacándome unos veinte centímetros. Su rostro ovalado de pómulos marcados, resultaba angelical mientras el mío era regordete de mejillas sonrojadas. Sus ojos cafés contrastaban de una manera impresionante con su piel blanca y luego estaba su boca... ¡Su boca! ¡Y madre mía que boca! Tenía los labios un tanto gruesos, me daba la sensación de que si los tocaba sería como tocar nubes.

Y luego quedaba su cuerpo. De pequeño lo llamaban él espantapájaros, dado que era muy alto y demasiado delgado. Luego, en el instituto, el patito feo se convirtió en el cisne, sacando músculos donde no los había. Su cuerpo no era muy ancho pero estaba bien definido. Al contrario que el mío, que parecía una guitarra.

—¿Qué te parece si miramos tu vestido en Gucci? —Continuó él con el parloteo, más alegre que yo.

—Es demasiado caro.

—Ya te dije que no te preocuparas por el precio, corre de mi cuenta.

—Jae, el novio eres tú, se supone que el regalo te lo debería hacer yo.

Bufo y negó con la cabeza.

—No seas idiota, Ae—Me adelantó unos pasos, girándose para mirarme a la cara mientras caminaba hacía atrás—. Sabes que no aceptaré un no como respuesta.

NUNCA ES TARDE. ˂˂ᴊᴀᴇʜʏᴜɴ˃˃Where stories live. Discover now