Prólogo

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Todo mi mundo se estaba derrumbando una vez más. Sentía como el aire se desprendía de mi cuerpo, mis piernas temblaban y el miedo poco a poco se apoderaba de mí.

- Vamos Sakura, ya no eres aquella niñita llorona, que trataba de solucionar sus problemas con llanto.- Se dijo así misma para darse valor con lo que pensaba hacer.

Aquella escena que sus hermosos ojos esmeralda veían era una cruel puñalada para su corazón. Se encontraba parada en la entrada de una bellísima iglesia, en el atrio unos ojos  ambarinos comenzaban a jurar amor eterno a aquellos ojos color carmín que lo veían con inmensa emoción.

- Se valiente Sakura- tragó saliva y comenzó a caminar lentamente por el pequeño pasillo que llegaba hasta atrio.

Llevaba un hermoso vestido en color palo de rosa, en su larga cabellera unas ondas caían hasta sus hombros y en la mano derecha llevaba un brazalete de diamantes, el cual era el causante del porque se encontraba en ese lugar.

-Si al verme él sigue con está locura, juro que lo dejaré en paz...

Un silencio empezó a rodear el lugar, el novio iba a comenzar a dar sus votos.  Sudó frío y con la finalidad de agarrar valor, tragó saliva.

- Yo Xiao Lang Li...- Comenzó a decir y cuando esta a punto de proseguir, un sonido lo hizo voltear.

Unos fuertes pisadas de tacón comenzaron a escucharse por toda la Iglesia. La castaña miró fijamente a Syaoran sin decir nada y el ambiente se comenzó a sentir tenso. Se quedó así por un par de minutos, los cuáles sintió que duraron una eternidad.

- ¡No te cases!¡no te cases!- la ojiverde quería gritarle, pero esperaba que tan solo con su mirada bastara.

El sacerdote tosió para traer al novio de regresó, pues parecía que estaba sumergido en aquella mirada. Syaoran volteó y volvió a tragar saliva para continuar, tomó las manos de su prometida y soltó un ligero suspiro.

Aquella acción devastó a la castaña, las lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas. No quiso seguir viendo ese desagradable espectáculo, así que comenzó a alejarse tan rápido como sus piernas la dejaron.

Syaoran sintió un terrible dolor en su pecho al ver alejarse a su amada flor, se estaba alejando una vez más de él. Al girarse, pudo alcanzar a distinguir aquel brillo que emanaba de ese tan conocido brazalete y su corazón volvió a latir agitadamente, pues sabía lo que aquello significaba

- Yo.. Yo.. Yo lo siento Meiling, no puedo, perdoname- Syaoran besó las manos de la pelinegra y corrió en dirección de su amado cerezo.

La pelinegra sintió tanto dolor que se tiró en el suelo a llorar amargamente. Estaba totalmente destrozada, su sufrimiento era demasiado grande, nadie podía imaginarse lo que aquella maldita castaña le había ocasionado. Su ira era profunda, así miró con odio a aquella puerta y maldijo a los que habían salido por ella.

-¡ Sakura!¡Sakura! Espera..- dijo sosteniéndola tiernamente entre sus brazos.

-¡Syaoran!- ella lo abrazó aferrándose a él.

-No podría vivir sin ti... Lo siento!! - El castaño la miro con todo el amor que sentía por ella, estaba por decir algo más pero Sakura puso un dedo en sus labios

-Sabia que esto nos ayudaría, me ayudaría - le mostró el brazalete

-Te trajo a mí,¡ volviste!!

-Solo me perdí un poco - encogió los hombros - pero siempre fui tuya, de ahora en adelante siempre pelearé por ti.

Los dos con lágrimas en los ojos comenzaron a besarse, dejando que por fin la paz y el amor los envolvieran olvidando todo a su alrededor.

Las Dos Caras De SakuraWhere stories live. Discover now