Sueños Prohibidos

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  • इन्हें समर्पित: Yasmina_13
                                    

Capítulo 1: "Una nueva vida"


Narra Nahiana:

Sonreí al ver mi habitación casi vacía, tenía al menos todo listo, bueno, no tenía todo listo, no sabré como estará Rocío. Mañana iba a cambiar todo, mi vida, mis estudios, me iba a separar de mi ciudad, de mi familia, de algunos amigos, pero eso no creo que me iba a importar tanto ya que iba a una aventura y nada menos que con Rocío, mi mejor amiga desde los siete años. Cosas nos unían como que nuestro sueño cumplido de ir a vivir a Londres juntas en un departamento y luego pasar cada tarde juntas. Todo ya estaba planeado, todo ya estaba listo, ya teníamos todo, lo único que faltaba era que sea el gran día. Mis pensamientos fueron interrumpidos por un bostezo largo, ya debía dormirme, o de seguro mañana no me levantaré. No sabría qué hacer en Londres, tenía una lista larga, primero el Tour por todo Londres, desde que he querido ir a Londres siempre quise ir a La Ruleta del Milenio, siempre quise subirme a esa ruleta y quedarme allí arriba, lo cual era casi una locura ya que le temía algo a las alturas, pero me gustaba lo extremo. Pero bueno, ya debía dormirme. Suspiré de nuevo con una sonrisa que de seguro más tarde harán que mis pómulos dolieran.

Me levanté por el sonido de la alarma. Me paré algo dormida de mi cama y fui directo a mi baño, el agua caía por mi cuerpo cálido, eso me relajaba y me sacaba un poco los nervios. Al salir envuelta con una toalla, busqué ropa y me vestí, un jeans color azul con una remera blanca, arriba una chaqueta de cuero y por ultimo mis convers negras. Me sequé el cabello y armé mis ondas, tenía el cabello con ondas muy definidas lo que amaba. Tenía un flequillo, lo acomodé a un costado, me puse color en las pestañas y lista, ya estaba lista para el viaje.

Baje corriendo las escaleras como de costumbre, mi madre no paraba con los cariños y con los abrazos, besos y suplicas para que no vaya a vivir a Londres, pero era mi sueño y ya estaba en camino. Tuvimos un desayuno que nunca olvidaré con toda mi familia, ya mis cosas ya estaban en su posición, solo faltaba que yo pudiera bajar mis maletas. Las lágrimas comenzaron a salir al recordar que iba a extrañar mucho este lugar, a mi vieja vida, eran lágrimas de felicidad. Con esos pensamientos bajé y pude ver que todas ya me esperaban abajo para viajar.

Narra Rocío:

Hoy era el gran día, hoy era el día en que Nahiana y yo íbamos a cumplir nuestro sueño. Me miro por última vez en el espejo, acomodé mi cabello y me interrumpió mi teléfono al sonar, era un mensaje de Nahiana diciéndome que ella ya estaba en camino hacia el aeropuerto. Sonreí y le contesté que yo ya iba en camino también. Bajé las escaleras ya que mis maletas estaban abajo, gracias a mi hermana mayor que nos ayudo a bajar todas. Subimos al auto, ya no podía contener mis risas tontas o sonrisas.

—Ro, es mejor que dejes de sonreír o te hará mal... —dijo mi hermana en tono de burla.

Le fulminé con la mirada y seguí con mi vista pegada a la ventana hasta que llegué al aeropuerto y la sonrisa volvió. Al bajar todos y bajar todas mis maletas, empezamos a buscar a Nahiana y a su familia, hasta que los encontramos la madre de Nahiana. La abrazaba como si fuera de que se le estaba por escapar en ese momento. Ella me vio, sonrió y se acercó a mí, las dos sonreímos y nos miramos con ternura sin creer de lo que estábamos por hacer en ese momento. Justo ahí, nuestras sonrisas eran enormes cuando una voz a través de un micrófono hizo sonar por todo el aeropuerto anunciando un vuelo a Londres, bueno era nuestro vuelo. Nahiana se dio vuelta para poder despedirse una vez más de su familia que estaba detrás de ella, y la imité ya que la mía también estaba detrás de mí. Nos despedimos todos hasta que otra vez anunciaron nuestro vuelo. Tomamos nuestras maletas y nos dirigimos hacia la puerta del avión, pero antes miramos hacia atrás y todos nos saludan con la mano y con algunas lágrimas. Yo aguanté para no llorar, los ojos se me cristalizaron, Nahiana solo sonreía para no llorar. Al entrar guardamos nuestras maletas y nos sentamos en nuestros respectivos asientos. Miramos por última vez Buenos Aires por la ventanilla del avión, la cual era ovalada. Íbamos a extrañar mucho el lugar.

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