Inicio y final

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Y ahí estaba, en la casa de mi abuela; Entro al baño y en el espejo no veo mi reflejo, se puede ver la pared cubierta de cuadros, pintura vieja, tablones de diferentes colores por el paso del tiempo, la mesa del comedor con un mantel hecho a mano blanco que poco aspira a ser de su antigua gloria, con manchas que acusan viejos recuerdo de pequeños niños todos juntos sentados alrededor a comer unas migajas de pan y leche. Mi vista viaja más allá y me encuentro con Azeneth mirándome, sus pequeños ojos redondos bajo unas cejas fruncidas, aun rogando por un poco de atención, de pronto me encuentro con ella en brazos mirando juntas a través del espejo-Una sombra- me dije-Ahí, justo en la esquina.

-Tía Isabel, dice que ve una sombra, ¿tú ves algo?-Sé que no es su mamá, pero me giro a ella como si lo fuera, se acerca a nosotras y niega- No, ahí no hay nada, debe estar jugando contigo-.

-Está ahí- exige con su pequeño dedo apuntando, ahora, más al centro del espejo. -Yo también lo veo- pero más que una sombra, es como humo, grisáceo con movimientos ondulatorios, se queda quieto, como aguardando a que algo pase, puedo sentir que me está mirando, pero no tiene ojos. De pronto, todo se oscurece.

Hay mucho polvo en el aire, la casa ahora solo son escombros, hay gente gritando. El cielo es oscuro, destellos rojizos y violetas lo iluminan. Sombras como humo se hacen presentes en el lugar, destruyendo todo a su paso.-Es un oro, y vienen más allá- dice alguien- hay unas cuántas plata y un escarlata del otro extremo- ¿De qué están hablando? No sé quién son esas personas, no sé qué está pasando, ¿qué son esas sombras? Todo se vuelve negro y del cielo, como un meteorito, un destello blanco. Se ilumina todo el lugar y solo así, lo sé–Un diamante.

Ocho años después...

-Azeneth, ven.- abro su mochila y meto cuanta comida cabe dentro, pasamos por un negocio abandonado, de estos que podías encontrar cerca de tu casa.

Casa... suena algo lejano a lo que hoy podemos llamar así, no hay mucho que tomar, lo mejor ya fue saqueado, esto debe ser lo que no cupo en los bolsos.- ¿Y Moon?- No sé- me dice intentando arreglar su pelo enmarañado- ¿Cómo que no sabes?, deben estar juntas siempre- arreglo su cabello y Moon aparece detrás con más provisiones.

Todo está gris desde ese día, no hay electricidad, no hay agua; seguimos caminando, no hay gente en las calles, las casas que quedan tienen tablas en las ventanas y es mejor no acercarse para saber si hay alguien dentro. Si vas caminando solo no corres peligro, pero si hay más gente siempre aparecen, nadie viaja con más de cinco personas, con cuatro ya te estás arriesgando. Los lugares para buscar comida son pocos y casi siempre tienen lo mismo, es difícil encontrar un lugar donde haya botellas de agua y más aun, uno donde el agua salga de la llave. Los supermercados son la mejor opción para la comida y otras cosas, pero hay demasiada gente cerca, no te puedes arriesgar. Si andas por ahí con un grupo de cinco o seis personas, hay oros siguiéndote seguramente, si son más de seis, hasta 10, te puedes encontrar con los plata; Los escarlata son difíciles que aparezcan, pero si lo hacen... bueno es mejor que no los veas. No se ha visto otro diamante como el de aquel día, y espero que no vuelva a aparecer, hay rumores de personas que apareció uno al norte, pero nada es seguro, las personas son capaces de inventar cualquier cosa con tal de que no te quedes demasiado tiempo haciéndoles compañía.

-Acá hay un baño con agua – al fin encontramos uno, debemos llevar por lo menos tres meses sin ver una ducha que funcione.

-Rellenemos las botellas que tenemos. Moon, ve a bañarte apestas.

-Igual que tú Az, igual que tú.

-Cállense- El piso tiembla, ya no hay nubes... ¿será?, no. Solo somos tres, el colegio no es grande, hay espacio, a no ser... las salas.

-¿Cuánto hay?- Pregunta Moon, guardando botellas tan rápido como puede.

-¿Son oros? los oro son tontos, se puede escapar de ellos

-Escarlata.

No sé cómo salimos, pero cuando me doy cuenta, estamos corriendo, vamos por una carretera, perdimos una mochila. Moon tiene sangre en las rodillas y Az ya no tiene chaqueta. Paramos, no hay nada cerca donde podamos escondernos.

SchlafWhere stories live. Discover now