Intervención

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La locura empezó cuando tres jóvenes varones de distintos colores de cabello (azul, negro y castaño claro) entraron por la puerta del Gran Comedor y fueron apuntados por los profesores. Entonces, el pelinegro habló.

—No hay porque ponernos agresivos, señores —Luego su vista se posó en Hermione Granger y le guiñó un ojo— y bellas damas, por supuesto.

Dicha castaña se sonrojó con fuerza pero le regaló una amplia sonrisa. El peliazul, en cambio, rodó los ojos con fastidio.

—¿Quienes son ustedes y qué hacen aquí? —exigió la actual directora.

—¿Puedo golpearla? —preguntó el castaño, ganándose miradas confundidas de parte de sus compañeros—. ¿Qué? Si White no está, alguien debería tomar su lugar.

El peliazul se rió, pero el pelinegro le dió un golpe en la cabeza al que habló.

—Respondiendo a su pregunta, persona que no reconozco —dijo el pelinegro mientras uno de sus amigos seguía riendo y el otro se sobaba la cabeza—, permítanos presentarnos. Él —Señaló al peliazul— es Oso, éste otro —Señaló al castaño— es un idiota llamado Derek y su servidor, Blue —Al ver las miradas de confusión e incredulidad que le lanzaban a él y a Oso, agregó—. Pueden llamarme Black si quieren.

—Y, con respecto al motivo de nuestra presencia —continuó el castaño—, hemos venido a traerles un libro en el que se viene su futuro.

—Del cuál, por cierto, somos parte.

—De unos más que de otros —agregó Blue mirando a Oso, quien había hablado anteriormente.

Dicho esto, Derek sacó un cuaderno muggle de espiral completamente normal.

—Aquí están anotadas las personas que podrían mostrarse interesadas con respecto al libro —dijo—. Los demás pueden seguir con sus vidas como si nada o escuchar cosas que lo más probable es que no les afecten en absoluto.

Dicho eso, Oso levitó el cuaderno hasta las manos de la profesora McGonagall, quien frunció el ceño mientras lo abría.

—El libro, en cambio —dijo Blue mientras Oso sacaba un libro adornado con los colores de la casa de Slytherin—, es éste. No se abrirá hasta que los de la lista estén presentes.

Luego fue Derek quien hizo levitar el libro hasta Neville Longbottom.

Luego los tres hicieron una especie de reverencia antes de dar media vuelta y desaparecer por las puertas sin que éstas fueran abiertas. Simplemente dieron un paso y se esfumaron siendo seguidos de cerca por un hechizo cortesía de Umbridge, aunque a los pocos segundos otro hechizo diferente la arrojó a la pared. Nadie, a parte de ella, se quejó por eso.

Tercera Generación: el libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora