¡Qué falta de respeto!

8 0 0
                                    

Desde la primera vez que escuché a Carla Morrison, sentí algo tan especial en sus letras, pero bien dicen que nadie las entiende hasta que te sucede algo que después te hace comprender muy bien una canción.

En particular, me sucedió cuando escuché "Falta de respeto" de Carlita, justo después del dolor de mi vida o el amor de mi herida, pero pasó.

Dejo la letra de la canción, con una breve historia de lo que significó para mi cada verso, cada párrafo.

----- o -----

Pero qué falta de respeto,
haces de mí lo que quieres porque sabes que te espero
sabes que tú, tú me tienes.

Qué tanto nos puede llegar a embobar una persona, hasta qué punto podemos llegar y perder nuestra voluntad o peor aún, el amor propio. Posiblemente, al punto de sentirnos culpables o bien, estar ahí cada vez que nos vuelva a buscar y que sea algo tan fuerte que seguimos ahí.

Eso me pasó a mi, él sabía lo importante que era para mí, lo que me inspiraba y me llenaba, la devoción que le di, mi vida; y no le importó hacer lo que me hizo, regresó con tanto descaro y cinismo, que no le pesó ni el más mínimo remordimiento.

Una cosa lleva a la otra
y vengo a ti con mis mieles
lo mejor de mí, tú, dueño eres.

Creo que, alguna vez, con mi primer amor creí y lloré por primera vez porque me sentía enamorada, pero luego lo conocí a él y ya no era aquel amor de colegio, era uno distinto, uno que te hace sentir más vivo que nunca, te da tanta seguridad que no dudas. 

Yo, yo le dí lo mejor de mi, él se aprovechó de eso...

Tus miradas agitan mi calma me hacen sentir que me quieres,
eres un diamante brillante que luce a mí, cuando quiere.

Esa cosa inalcanzable
que hace de mí una leve
obsesión de poder sostenerte.

Él siempre ha tenido esa picardía en la mirada y cada vez que volteábamos a vernos, todo te incitaba a "pecar". Con él no tenía límites.

Sus palabras, sus acciones, todo coincidía a que era verdadero, a que no había dudas, a que cuando me decía "Te amo", pareciera tan sincero que creí no estarme equivocando.

Y valla si no era un diamante, lucía en mí porque la diferencia de edades, él mayor, yo joven, hasta cierto punto le daba más méritos que cualquier otro muchacho de mi edad.

Tú vienes y vas, me besas
y luego te olvidas.

Esa levedad en la que un beso lo resuelve todo, ¿podría calificarme como tonta por dejarme convencer con tan poco?, o culpo a mi incredulidad de caer una y otra vez.

Si bien es cierto, hoy sus besos y caricias ya no me conmueven, lo cierto es que con él no me importa equivocarme las veces que suceda, aunque no sienta algo por él, hasta cierto punto, ya solo es llenar una necesidad, creo.

Juegas con las mareas que viven en mí,
aquellas que te demuestran este sentir
y luego te vas por ahí, ya no se de ti
¿Cómo me desprendo yo de ti?
si cuando me rindo vuelves a mí.


Esto sin duda es lo que más se asemeja a lo que me pasó con él.

Cuando estuvimos juntos el causó una revolución emocional que todo dentro de mi se desbordaba por él y le demostré lo mejor de mi, lo tomó y de repente un día sin más, se fue, no quiso seguir más.

Mientras tanto, yo con todos los sentimientos a flor de piel,
con todo mi dolor en silencio, 
mi enojo, ¿para qué?
si cuando regresó, me sentí tan bien sentirlo mío
aunque fuera por unos minutos,
aunque fuera a sabiendas que solo era pasar el rato.

Luego viene la mañana te pierdes de mi, de mi cama
eres tan moderno que mis caricias ya son anticuadas
con versos te aviento besos queriendo atrapar tus miradas
pero a ti te gustan las que te rechazan.

Tú vienes y vas
te alejas y luego regresas.

Llega ese punto en el que sabes que es tan lejano de ti que ya no importa si se queda o se va, total, nunca fue tuyo; así lo sentí.

Y quizá toda esa forma suya de haberme destruído en aquel momento me hizo darme cuenta que él está acostumbrado a ser así, no solo he sido yo, por su cama y sus labios desfilan constantemente muchas mujeres. 

A él no le importa.

Un día te darán esa jugada
venganza no será, es sólo karma.


Y es que esa absurda idea de algunas como yo, que creemos ser capaces de cambiar al temerario que solo pasa y se va, ¡Tranquila! hay quienes aunque viven, están muertos por dentro, ya no tienen alma.

Pero quién sabe, quizá algún día la vida, el destino o la justicia divina le pidan cuentas, puede que nunca llegue a pasar. No importa ya.

¡Qué falta de respeto!Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu