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Años y años pasaban, aquellas fútiles emociones de abatimiento y pesadumbre las cuales ella denominaba ❛hilos del alma❜ estaban completamente enrevesados en su ser. Dichos perniciosos tejidos de otrora habían engatusado por completo aquel endeble espíritu desde su más tierna infancia y seguían incordiándola en en el presente, reacios a dejarla ir.

Pero... ¿Qué hizo que la azabache llegara a tan comprometido estado emocional? ¿qué sucedió para que sintiera completa aversión por la sensibilidad de su corazón y decidiera aferrarse a una vida rebosante en capas de gélida indiferencia y uniforme circunspección? La respuesta a esas numerosas interrogantes era bastante sencilla de explicar a decir verdad.

Primeramente, los frecuentes amoríos de su madre, la máxima autoridad de la potentada compañía C&R, hacia hombres hipócritas. Varones que la buscaban únicamente por avaricia y anhelo de degustar, aunque fuera por ínfimos segundos, aquella suntuosa y opulenta vida y, como no, ingenuamente su progenitora embriagada y seducida por ese falso amor caía en las perjudiciales garras de dichos seres.

El segundo motivo de aquel candado afectivo que ella misma había implantado en lo más recóndito de sí era, irónicamente, el único joven por el cual sintió un genuino afecto; un mozo de preciosos orbes verduzcos cual vivaz vergel que había arrebatado con el más dulce tacto su amordazado corazón. Mas el destino no es conocido por ser compasivo, es cruel y despiadado, además, los célebres finales felices de los cuentos de hadas pueden ser de todo, menos reales.

Aquel chico de cabellera dorada cual luz del alba cayó perdidamente enamorado, sí, mas no de ella; sino de cierta fémina de sosegado mirar la cual también era, y seguía siendo, su mejor amiga de la niñez: conocida por muchos bajo el apodo de ❛V❜, cofundadora de la RFA y prestigiosa fotógrafa.

Debido a esos hechos decidió simple y sencillamente prescindir de sus emociones, como de costumbre, y apoyar la relación amorosa de sus mejores amigos. Hasta allí nada excesivamente intrincado ¿no?

Mas como había sido anteriormente expresado, la vida no es un relato de fantasía o un lienzo pintado en dicha. Con la inesperada muerte del de áureos cabellos una profunda aflicción alcanzó a todos sus adyacentes, incluyendo, obviamente, a la fémina de elegante porte. Sintió por primera vez en su vida el amargo dolor de como su corazón lenta y tortuosamente quedaba hecho trizas cual pétalos de una decaída y mustia flor.

Gracias a todo aquello su personalidad fue aún más trastocada, volviéndola alguien pusilánime y taciturna. A su vez, se sostuvo firmemente a cierto ideal, el cual definía a aquellos cálidos sentimientos como: ❛una pérdida de valioso tiempo❜, sin embargo, por más que se apegara al anhelo de deshacerse de todo su desabrido sentir, era imposible, el simple hecho de ser humana hacía que esos estorbos fueran permanentes y aquello era algo que le estresaba en demasía.

... A pesar de todo, había logrado encontrar una provechosa actividad, algo que realizar para olvidarse, aunque fuese por horarios diurnos, de esas inútiles sensaciones: sus ocupaciones.

El laborar como directora ejecutiva le mantenía atareada, le distraía de los profundos y tormentosos pensamientos que abarrotaban su mente en tiempos de vagancia, aunque reciéntemente un diminuto problema había nacido... Aquellas labores ya no surtían ningún efecto en ella.

Por mas que trabajara, por más que se esmerara en cada uno de sus proyectos, siempre, todos los días sin falta, irremediablemente recordaba los inconmensurables tejidos aferrados a ese espíritu propio, mismos que le asfixiaban en un suplicio eterno. Lo único que le restaba para remediar sus males era aquel nocivo, pero exquisito elixir bermellón que su refinado paladar tenía el placer de probar... ❛el vino.❜

Ese sabor era el único capaz de ahuyentar su estrés y dejarla sin un ápice del mismo, su placebo. Aquello lograba relajarle y hacerle sentir una descarada dicha ficticia, falaz, mas con la cual ella se conformaba y, lo más importante de todo, dicho licor de distinguida procendencia victoriosamente conseguía postergar de sus memorias la angustiosa soledad y todas esas emociones que le carcomían en su interior.

Tal vez aquella no fuese la opción más fructífera o beneficiosa para su persona, estaba consciente de que esa felicidad producida por aquella bebida eran acendradas e insolentes calumnias pero... ¿Acaso había un mejor camino que ese...?

Su psique imploraba vehemente por resguardo, cierta fracción subconsciente anhelaba divergente eacapatoria ante la oscuridad naciente, pero era imposible huir, a menos que una emoción dada por extraviada se hiciese presente.

¿Amor, quizá...? Sandeces.

La realidad no era una fábula, ese atisbo de esperanza yacía en un improbable porvenir, y más aún cuando esos labios dictan...

─Asistente Kang, traiga una botella de vino a mi oficina.

Sadness taste like wine.
Parte única. Fin

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