Capítulo 1

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Tantas opciones con tantas diferencias con tantas palabras en tantos lugares. Y nosotros obligados a revisar todas para encontrar nuestro destino, el tesoro sagrado de la Antártica. El tesoro que nos entregara el significado de la vida.

-Hijo, solo vinimos a comprar los libros del colegio- dijo la madre

-Pero mamá, hay que darle emoción a esto- dijo Jess.

Los dos estaban en un centro comercial inmenso, estaba hecho de casi puro cristal y bastante concreto, pero se disimulaba con el vidrio y todas las tiendas.
Había de todo en ese lugar, tiendas de juegos, tiendas de ropa, cosas para bebé, supermercados, solo faltaba una tienda para adultos, y era literal.
Pero en lugar de ir a alguna de todas esas tiendas, la madre decidió llevar a Jess a una tienda de libros.

El niño estaba muy aburrido, sus ojos color azul oscuro y gris claro estaban entreabiertos y lo único que hacía era caminar por inercia, porque no tenía ninguna gana de seguir moviéndose.

Después de 10 minutos caminando llegaron a una tienda de libros llamada Antártica.
Era más grande que la habitación del niño, color café muy oscuro como si fuera madera de roble, de ese que parece carbón. Las estanterías llegaban hasta el techo y se veían escaleras por todos lados para llegar a las últimas repisas, además de que no había ningún espacio sin rellenar, en todos los lados que mirabas habían libros, libros de todos los tamaños, colores y grosores.

Pero aún así no se emocionaba, al contrario. Ver tantos libros lo único que provocaba en el infante era que le entrara un sueño tremendo y tenía únicamente energías para irse a la casa y acostarse a dormir.

Después de que Jess mirara todo el lugar, un aire frío se comenzó a sentir en toda la tienda, un pequeño viento se sentía por todo el lugar, pero no provenía del aire acondicionado, tenía unas pequeñas figuras de nieve y hielo, además de que no se sabía su procedencia, era como una capa de frío por toda la habitación sin origen ni rumbo.

Nadie le dio mucha importancia a esto, la mayoría pensó que le habían puesto mayor potencia al aire acondicionado. Pero dos personas se pusieron muy nerviosas, Jess y su madre. Quienes se pusieron a sudar y y se pusieron un poco rojos, pero fue algo pasajero y a los minutos se detuvo el frío y todo estuvo a la normalidad.

Mientras esto pasaba, la madre de Jess había pedido los 4 libros de clases. Ambos quedaron bastante sorprendidos, eran unos libros enormes, como del tamaño de un respaldo de una silla, además tenían un grosor que no ocultaba las 300 hojas.

Los 4 libros tenían diferentes color, uno era rojo y era de matemáticas, el otro era naranja y era de lenguaje, uno era azul y pertenecía a ciencias sociales y el último era verde y decía ciencias naturales. Los 4 tenían las mismas 300 hojas y venían con un pequeño cuadernillo de actividades que no sobrepasaban las 100 hojas. Todos los libros tenían un uno gigante en toda la portada y escritos con el color correspondiente a la asignatura.

Además de eso, compraron unos libros más pequeños que son para leer, no sobrepasaban las 20 páginas y la mitad de ellas eran dibujos, así que Jess se puso a leerlos de inmediato.

Compraron todo lo necesario en la tienda y Jess pensaba que ya se tenían que ir para la casa, estaba muy emocionado y algo cansado, pero se ofreció a tomar las bolsas y fue corriendo hacia las escaleras mientras el suelo se iba cubriendo de una fina capa de escarcha

-No, hijo- Dijo la madre -Tenemos que ir a comprar el uniforme-

El infante paró en seco y en su cara albina se notaba una cara de decepción y un poco de tristeza, pero lo único que se digno a hacer fue caminar donde su madre y darle la mano para caminar junto a ella mientras una capa más gruesa de escarcha se creaba bajo sus pies

Crónicas del CryokinéticoWhere stories live. Discover now