𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖚𝖓𝖔;

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Siempre me emocionó celebrar a lo grande mi fiesta de cumpleaños, como todo infante al solo escuchar que se acerca el día tan emocionante y esperado por tal pequeño.
Lo que nadie nos dice es que ha partir de los doce años esos pensamientos empiezan a terminar de forma lenta, aburrido, todo empieza a volverse aburrido con el pasar de los años y las llegadas de aquel día. 

A mis dieciocho les dije a mis padres que ya no quería celebrar ese día, ¿para qué?, la única emoción que se siente en ese día es el de ellos y mis familiares...que por cierto, la emoción se debía a que ellos bebían hasta altas horas, como si el cumpleaños fuera el de ellos, que ironía más triste. 

Recuerdo que todos esperaban emocionados a que yo apagara mis decoradas velas, pero yo lo único que deseaba en aquel momento, en todas aquellas fiestas, era que todo aquel festejo se acabara.

No me culpen, era mi etapa infantil de ser una total rebelde sin causa, no tenía razones para ser tan amargada, pero en esos años jamás llegué a tener amigos a los cuales salir corriendo con mis juguetes nuevos o reír por cumplir la mayoría de edad y saber que podría escaparme por allí hasta altar horas de la madrugada. Siempre fui yo y mi sombra.

Actualmente sigo sin celebrar esa fecha que mis padres consideran importante, no veo la necesidad de que aquellos que dicen ser cercanos a mi (tan cercanos que hasta desconocen mi color favorito, ironía.) me abracen solo para después comiencen los murmullos a mis espaldas sobre lo amargada que me he visto en las fotos, en la fiesta, en soplar las velas mágicas.

Supongo que esa parte de mi crecimiento no fue solamente una "etapa" como suelen llamarlo los adultos que creen que por que tienen más años, los hacen más sabios.

Un diario no tan privado;Where stories live. Discover now