60 fotografías

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Todos los días, al verme frente al espejo, puedo sentir cómo el tiempo hace envejecer mi cuerpo; no soporto los días sin ti, mi rostro está cada vez más pálido...

Como era de esperarse, esta tarde acudí a la estación férrea, me senté en mi lugar favorito para ver, desde lejos, al tren detenerse en el mismo lugar de siempre. Me sorprendí sumergida en mis pensamientos cuando escuché un sollozo; una linda joven estrujaba un papel con tanta desesperación, odio y tristeza, que me acerque para ayudarle, pero una sola mirada suya me lo dijo todo: sus ojos denotaban la desolación de un corazón roto. Mi edad y mi vejez me llevaron a pensar "¿cómo puedes saber quién es el amor de tu vida cuando no has vivido lo suficiente?" La pregunta fue tan redundante... Y pensar que mucho tiempo atrás yo pase por la misma situación.

Esa mirada suya se posó sobre mí; en sus ojos me proyecte. Le conté mi historia.

Era el verano del 84, la sonrisa era el atributo más bonito que uno podía tener. Le describí cómo fue que me enamoré perdidamente de ti y tú, a tu vez, te enamoraste perdidamente de mí (-o al menos eso creí-). "Vivimos aventuras inigualables, tantas que aún las puedo observar y recordar en las 60 fotografías que quedan".

Tanto te quiero que ni siquiera tengo el valor para romperlas o incendiarlas.

Le conté que te conocí en donde la tierra y el agua se unen; donde se crean las hermosas olas con espuma blanca como la nieve, el sonido del agua es la más hermosa melodía y tu rostro bien parecido combinaba con el entorno del mar azul. Yo te odiaba por tu arrogancia, por tu actitud tan superficial junto con esa superioridad que un día llegue a amar. Sigo sin explicarme cómo es que poco a poco te ganaste mi corazón. Cada tarde esperaba tu llegada para ir a caminar en el muelle, mi lugar mi favorito cuando estabas tú. Fuimos los novios más enamorados del mundo.

-Todo marchaba perfecto, había encontrado el amor de mi vida-.

Un día, como cualquier otro, esperaba, con ansias, tu visita. Llegaste; pero tu rostro no era el mismo, algo te afligía, yo no sabía lo que pasaba. ''He de ausentarme por un tiempo'' fueron tus gélidas palabras, y como toda adolescente despavorida me rompí en llanto y te agarré coraje. ''Te voy a esperar'' dije con una ilusión de esperanza que me consolaba, mientras que un fuerte abrazo acompañado de un beso recibí por respuesta. El temido momento llegó, reprimí la ira y miles de sentimientos en mi pecho; estabas por marcharte. En la estación del tren cayeron una a una mis lágrimas junto a las tuyas. ''No dejes que nada te suceda'', bramé entre llantos. De saber que esas iban a ser mis últimas palabras, te habría redactado un discurso.

Jamás regresaste. No sé lo que pasó, no he vuelto a saber nada de ti. Y ahora que estoy en esta estación de tren, viendo cada uno de los vagones, me viene fresco tu recuerdo.

Pensarás que tal vez estoy sola. Te equivocas: me casé, me divorcié, encontré otros amores pero todos decayeron en fracaso; no tengo hijos y siempre supe que eras el amor de mi vida: no pude amar a alguno de ellos como te amé a ti. Me duele tu ausencia, pero lo que más me hiere es la incertidumbre que tengo por no saber dónde estás. Después de todo, vengo todos los días a ver el tren pasar y echar un vistazo a el largo viaje transcurrido al que todos llamamos pasado. Tengo esperanza, tal vez un día caminando por esa vereda llena de orquídeas moradas verte y cuando me gire entre la gente seas tu. 

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⏰ Last updated: Aug 09, 2019 ⏰

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