Parte 1

9 1 3
                                    


De camino a la universidad en mi primer día, recordaba una anécdota que mi papá me había contado hacía poco. Me contó que, en su primer día, cuando iba rumbo a su primera clase estaba extremadamente nervioso. Aún que no entendía muy bien porque, todo el camino en bus a la facultad le sudaron las manos y el corazón le latía rápido. Ahora el hecho le causa gracia y esa anécdota va acompañada por relatos que enmarca bajo el título de los mejores años de su vida.

A decir verdad, no recuerdo haber estado tan nerviosa en mi primer día. Quizá porque ya tenía un recorrido siendo la nueva. Pensaba que no sería tan diferente, aunque mi hermana me había dicho que no sería igual a esas experiencias, yo esperaba encontrar las mismas lógicas de ser la nueva. Sin embargo, aquel día todos éramos nuevos, indagando en un terreno que nos resultaba desconocido. Mi hermana a diferencia de mis días de ser la nueva en el colegio no me aconsejo que me sentara cerca de mis compañeros. No parecía nerviosa por si socializaba o no. O por lo menos no lo note.

En un principio no me pareció tan distinto, me mantuve distante y observé. Sorpresivamente participe en casi todas las actividades, porque no me di cuenta de que iban hasta que ya no podía huir. A diferencia de varios de mis compañeros no recuerdo a quienes conocí esos días o quienes estaban en mi grupo. Pero sí el primer día que me encontré con mis compañeras de semestre.

Nos recuerdo sentadas las cuatro, quizá, haciéndonos las preguntas comunes, indagándonos entre nosotras. Seguramente a esos recuerdos he sumado y restado momentos. Por la costumbre quizá, de pensar que la gente que conocemos en un inició suele difuminarse en su propio camino.

Ahora, tres años después, me gustaría recordar con mayor detalle aquel primer día que conocí a esas tres mujeres maravillosas. El primer día de clase, por si acaso, intercambiamos números en caso de que necesitáramos escribirle alguna. Desde entonces almorzamos juntas casi todos los días. Y ha habido innumerables por si acaso de mensajes desde entonces que nos han permitido ver cómo crece cada una, incluso cuando cada una está trazando su propia ruta. Igual que aquel primer día seguimos haciéndonos preguntas comunes, ya hemos ganado confianza y nos gusta mantenernos enteradas de cómo están las otras.

En ese salón éramos cuatro mujeres particulares, cada una un mundo desconocido, un camino recorrido por otros lares, que hace tres años eligieron una opción entre tantas sin saber que se descubrirían entre ellas. Que por caprichos del destino en el mismo periodo eligieron la misma carrera e hicieron que sus historias se entrelazaran. Ese día estuve sentada junto a tres mujeres maravillosas que ahora me atrevo a llamar amigas. Que me han compartido fragmentos de lo que son y con ello me han regalo montones de enseñanzas.

Me enseñaron a ser un poco más liviana, con la magia que en el trascurso de estos semestres me han compartido e impregnado de lo que emanan sus seres. Lo que me hace pensar en mi papá diciéndome "yo sabía que cuando entrara a la universidad sería feliz". Y tenía razón, al parecer igual que mi hermana que no se preocupó por mi ese día, quizá, sospechaban que me toparía con seres mágicos con quienes crecería en todos los ámbitos de la vida.

En nuestros almuerzos se nos han ido sumando más personas extraordinarias, sin los cuales la experiencia de la universidad estaría incompleta. 

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Aug 11, 2019 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Personas magicasWhere stories live. Discover now