"Algo está cantando en la sala..."

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Los sábados eran una rutina,  mi hermana menor, mi madre y yo, esperábamos a que mi padre regresara de trabajar, cenábamos y después de una plática de cómo nos había ido en la semana, íbamos a dormir, por lo general a las 12:00 p.m. o a las 2:00 a.m. 

Dormía en una litera con mi hermana, ella en la cama superior y yo abajo, dormíamos en la oscuridad. Los minutos pasaban y no tenía sueño, apreciaba mi alrededor esperando a que el sueño regresara...Nada, aunque sentía la pesadez del sueño pero algo no me dejaba, hasta que empecé a escuchar una canción tarareada desde la sala, mi corazón empezó a latir cada vez más rápido, pensé que era la única que lo escuchaba, tal vez por el sueño, hasta que de la cama de arriba, mi hermana me susurraba.

"-¿Tú también lo escuchas?"

Se me puso la piel de gallina, estuve a punto de pensar que era algo proveniente de afuera, pero venía de la sala la cual estaba en la planta baja de la casa, se escuchaba dentro de la misma. Es entonces que le dije a mi hermana que mejor se quedara conmigo en mi cama, estábamos cubiertas con una sábana debido al miedo, el tarareo se detenía a veces, pero en otras, era más fuerte, el apagador de la luz estaba arriba de mi cabecera, mi mano temblaba cuando tenía que encender la luz, con el miedo de que algo me tomara de la mano, pero no, eran pequeños los ratos en los que encendía la luz para ver mi alrededor y esperar que todo terminara. Ya llevábamos mucho rato y esto no cesaba.

Llegó un momento en que en medio de la oscuridad, cubiertas por las sábanas, desconociendo lo que había afuera de esa sábana, tal vez debajo de la cama, atrás de la puerta o en las esquinas de nuestro cuarto, algo nos estaba tocando la espalda, empezó primero a tocarme desde la punta de mi cabeza hasta mi espalda, puedo describirlo como una uña puntiaguda, igual pensé que era algo que sólo yo estaba sintiendo, pero mi hermana también lo sintió, empezó a temblar, me preguntó con la voz muy entrecortada por el miedo, si yo sentía lo mismo, a lo que le dije que sí. Estaba harta, entonces tomé aire profundamente, y saqué la mano por la parte de arriba de esa sábana que nos cubría, y busqué desesperadamente el apagador, al presionarlo, pude respirar, todo había terminado, las cosas estaban normal, bajamos a la sala y no había nada. Toda esa madrugada nos la pasamos acompañadas por la luz de nuestra habitación, como un escudo a algo que nos estaba acosando, en cuanto el sol empezó a salir, pudimos apagar las luces y dormir un poco más tranquilas, aunque nunca supimos lo que estaba en nuestra casa ese día.

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⏰ Last updated: Aug 29, 2019 ⏰

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