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Minhyung cometió el peor error de su vida unos pocos días después de su cumpleaños número veinte. Cuando todo lo que había estado acumulando durante meses finalmente lo había consumido.

Lo más divertido era que él, estando de pie en un estrecho espacio de cuarenta centímetros sobre el piso más alto de su edificio favorito, se seguía negando la única verdad que todo el mundo le decía.

No debiste acercarte a alguien como él.

Lee Minhyung sentía muchas ganas de reírse y llorar mientras maldecía el nombre de ese sujeto a los cuatro vientos en el exterior, sin embargo no podía.

Todo había sido culpa de Minhyung.

Contempló una vez más la caída hacia el precipicio, cálculo que serían al menos cinco o diez segundos antes de que su cuerpo impactará el suelo, tiempo suficiente para arrepentirse de todas las malas decisiones en la vida y ganarse un lugar en el cielo o cualquier cosa buena que exista después de la muerte. Se sentía tan pequeño e insignificante, era de noche así que probablemente nadie le había notado o quizás sí lo hicieron simplemente no le dieron importancia. Minhyung nunca había sido importante para los demás y estaba bien con ello. A Minhyung tampoco le importaban las demás personas, sólo necesitaba de una para estar bien.

Asomó la punta de sus zapatos peligrosamente por el acantilado y suspiró. Su corazón latía desenfrenadamente como la primera vez que se enamoró y por unos segundos se sintió desmayar.

Luego cerró los ojos, sacó uno de sus pies hacia el precipicio y finalmente su teléfono sonó.

Lee era un chico muy desafortunado, él lo sabía. Tentado a ignorar la llamada que probablemente le salvaría la vida se mantuvo equilibrado sobre su talón por al menos cinco segundos.

Después retrocedió y decidió contestar.


—Hola.


¡Mark!era su voz—. Te he estado buscando toda la tarde ¿Dónde rayos estás? —su maldita voz—. Tú madre está preocupada por ti, ¿Por qué no llamaste a casa?


—Lo siento —no quería oírlo—. Estaré ahí pronto.


—¿Dónde estás? —Mark pensó seriamente en si debía darle la dirección, finalmente todo se podría resumir en algo rápido y sencillo—. Iré a recogerte.


—¿Vendrás por mí, esté donde esté?


—Claro que sí —sonó sincero, Mark sabía que decía la verdad. Su voz sonaba realmente angustiada—, siempre estaré dónde me necesites.


—Que alivio —Mark sonrió—. Te amo.



Hubo un corto silencio.



—No te escuchas bien...


—¿Puedes decir que me quieres?


—Mark...


—Sólo una vez —patético—, por favor —era realmente patético—. Sólo quiero oírlo una vez, no importa que no sea verdad.

4s || ʲᵒʰᶰᵐᵃʳᵏWhere stories live. Discover now